Capítulo 8

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Después de retirarse esa noche, Jean llegó directo a su relativamente pequeño condominio en Mitras. Le era cómodo pasar las noches ahí cuando salía hasta tarde en Mitras y su madre no se mortificaba viéndolo llegar a altas horas de la noche.

En su habitación se sirvió un poco de whiskey y bebió un sorbo recargando su cadera sobre el escritorio en su habitación. Sonrió recordando el satisfactorio pero bizarro rumbo que su "conquista" había tomado esa noche. Por la forma en que el cuerpo de Mikasa se había tensado y después la furia e indignación con la que reaccionó al tocar sus pechos; era evidente que a nadie le había permitido antes tomarse tal libertad con ella. Ni en Mitras, ni en Hizuru.

¿Entonces sí era quien había parecido ser? ¿Una pueblerina recién llegada a la ciudad? Una chica que quedó casi huérfana por el destino y corrió con suerte.

Entrecerró los ojos tratando de procesar a la encantadora criatura que había sostenido ya dos veces en sus brazos. De nuevo se tocó la mejilla golpeada. Era un ángel...con espíritu demoníaco, en un bello cuerpo de mujer, que hacía a su propio cuerpo sentir calor. Suspiró entrecerrando los ojos. La había tratado mal y tendría que empezar a hacer reparaciones al día siguiente.











A la mañana siguiente Mikasa despertó tarde, la noche anterior había tenido dificultad para dormir, entre la rabia de lo sucedido y la esperanza por el regreso de Eren. Se sentó en la cama y pasó su cabello detrás de su oreja. Cerró los ojos una vez más suspirando «Eren, si tan sólo supiera dónde estás». Recordó la ocasión en que la había tomado con cuidado del mentón para confesar que deseaba casarse con ella. Era la única caricia que había recibido de él, lo más cercano que tuvo a un beso. Trató de imaginarlo, con todas su fuerzas trató de imaginar cómo se sentiría un beso de Eren con ese mismo cariño, pero era interrumpida por el recuerdo del violento beso de la noche anterior.

Quería creer que cualquier día cercano llegaría una carta de avisándole de su regreso, o mejor aún, iría directo a esa mansión a buscarla. No tomaría nada más que su ropa puesta y su bufanda y se iría con él sin pensarlo, sin la aprobación de nadie. Su tío Levi lo entendería, estaba segura.

Abrió los ojos con nueva esperanza justo antes de escuchar que llamaban a la puerta.
—Adelante—respondió. Dos damas entraron a su habitación junto a Historia, empezaron a recoger y acomodar la ropa de cama y otra preparó el baño en el cuarto contiguo.
—¡Mika! ¿Cómo la pasaste anoche? Disculpa que no haya estado cerca, pero claramente tenías a muchos esperando conocerte. Además...la verdad, yo traté de esconderme—Historia sólo una ligera risita.

Mikasa la miró divertida.—¿Qué te causa tanta gracia?
—Ah Mikasa, cuando algún hombre noble te pone los ojos encima, suelen ser molestos y perseguirte incansablemente. Ya pasé por ahí alguna vez, así que prefiero mantener un perfil bajo.

Por un momento Mikasa recordó la sombra que la había perseguido en su debut y después en su fiesta de cumpleaños. Abrió los ojos sorprendida. No era posible que alguien interesado la tratara de una manera tan soez. Miró acusadora a Historia.
—Lamento no advertírtelo antes—le sonrió de regreso—Bien, hoy serás libre un momento de todo esto, Connie nos ha invitado a un Picnic fuera de Mitras en una de sus casas de campo. Es hermoso Mikasa y más amplio, podrás cabalgar cómodamente.

Mikasa sonrió feliz, pasaría una mañana y una comida en tranquilidad y podría cabalgar un momento como lo hacía junto a su tío Kenny en Shiganshina, no tan rápido como lo podía hacer, ni a horcajadas, porque socialmente no era bien visto que una mujer cabalgara un caballo así, tendría que usar la molesta silla de lado, pero podría cabalgar y no preocuparse por hacer reverencias. Se levantó de inmediato y fue al cuarto de baño. Una hora más tarde ya se encontraba lista con sus pantalones de gabardina hechos a la medida, botas y un saco largo en color en negro, que cubría por debajo de sus caderas, sombrero y guantes de piel, su cabello recogido en medio moño sobre su cabeza y cayendo sobre sus hombros debajo del sombrero.


Mi ParaísoWhere stories live. Discover now