Capítulo 17

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Mikasa cepillaba su cabello antes de entrar al cuarto de baño. Sus damas ya finalizaban de colocar su ropa sobre la cama y el resto de los preparativos.

Esa misma mañana un mensaje del Duque de Mitras llegó solicitando llamado formal a Levi, Kiyomi y Mikasa.


Ni siquiera se había tomado tiempo para analizar lo que había pasado. Jean se había retirado la tarde anterior, como había prometido que lo haría, si su beso lo convencía.


Primero la había visitado y contrario a lo que pensó, el Duque había pasado por alto su claro intento de mentirle, le había dado tiempo, le envió flores y después se sentó a jugar cartas con ella. Todo esto la confundía, por momentos parecía una persona inteligente y dulce y en otros, parecía que nada le importaba y mucho menos ella.



"¿Por qué cuando tú te rindes...siento que yo soy el que ha perdido?"


Recordó sus palabras, mientras continuaba con la mirada perdida hacia el espejo.

Después de esas palabras soltó su abrazo y se fue, dejándola sentada sobre el escritorio, sin entender de lo que hablaba. Ella se había retirado a su habitación y fue hasta el momento de dormir que notó que su bufanda no estaba. Tuvo que salir de nuevo a buscarla, para encontrarla tirada en el suelo del estudio.

Suspirando pesadamente, bajó el cepillo al tocador y recargó su rostro sosteniéndolo entre ambas palmas de las manos.


Sí, se había rendido ante él...había cedido  y se había engañado a sí misma al decirse que estaba "ganando" su último reto. Ya no podía negarlo, le había gustado besar a Jean, había disfrutado sentir cómo iba cediendo bajo su beso y cómo la había tomado en sus brazos al final. Sintió calor en las mejillas al recordar sus manos sujetándola con fuerza de las piernas.

Su cabeza daba vueltas. ¿Porqué le dijo que él había perdido?



Mikasa sólo tenía clara una cosa: El Duque parecía admirarla en todas esas cosas que intimidaban o asustaban a sus otros pretendientes. Las damas no debían jugar cartas, pero había jugado y se había divertido con ella. Las damas no debían cabalgar a horcajadas, pero en cada ocasión él mismo buscó verla cabalgando libremente. Las damas no debían levantar la voz, ni ser directas, mucho menos agresivas; pero a Jean parecía gustarle aún más cuando estaba en su momento más escandaloso e imprudente


Hundió su rostro entre sus manos.


Nada de eso importaba. No la amaba, tal vez disfrutaba de sus besos, disfrutaba de su compañía pero sólo le interesaba adquirir lo que quería de ella. Ya había observado los "matrimonios" en Mitras. La esposa salía por su cuenta, el esposo le pagaba vestidos y joyas y también salía por su cuenta. Algunos incluso mantenían, discretamente, a sus amantes. La esposa daba a luz a un heredero y por fin podía vivir en paz, incluso mudarse a una propiedad cercana. Así eran los matrimonios por contrato, sin amor, sin compañía, un mero negocio...y definitivamente ella quería un compañero, un hogar...una familia.





Un llamado en la puerta la hizo espabilar. Había pedido al mayordomo enviar su respuesta a la invitación para la fiesta de cumpleaños de Connie, que cumpliría su mayoría de edad. Había decidido que no podría ir, no quería que la viera con Jean y menos que por error le mencionara de nuevo la idea de pedir su mano, como lo había dicho la última vez que lo vio. Respondió que no podría asistir por tener ya otros compromisos, pero que lo visitaría pronto. Después de entregar la nota al mayordomo entró al cuarto de baño. Debía estar lista para el llamado del Duque a las doce en punto.














Mi ParaísoWhere stories live. Discover now