Capítulo 38

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Jean cerró los ojos y sostuvo a Mikasa en sus brazos, mientras acariciaba su cabello y espalda. Volvió a recorrer su cintura y cadera con sus manos. No se había saciado aún de ella, pero no quería  asustarla de alguna manera con sus verdaderas intenciones en la cama.

Después de unos minutos esperaba que Mikasa se durmiera, pero de pronto la sintió removerse en sus brazos y levantar la mirada hacia él de nuevo.

—Jean ¿Aún sigues despierto?—él sonrió y abrió los ojos

—No creo poder dormir esta noche Mikasa... ¿Y tú?

—Estaba pensando...

—Ajá

—Estaba pensando que, si hubiera sido así la primera vez...no hubiera querido divorciarme nunca. Hubiera entrada por esa puerta —señaló brevemente con el dedo índice, hacia la puerta que unía sus habitaciones—y hubiera exigido que pararas de trabajar y pasaras el día conmigo

Con el corazón conmovido, Jean no pudo decidir entre liberar una carcajada, o besarla, así que hizo ambas al mismo tiempo: Fue depositando besos en el rostro de Mikasa, sin dejar de reír.

Mikasa sonrió también y cerró los ojos recibiendo sus besos.

—Deberías dormir un poco Mikasa

—No tengo sueño

—¿Estás segura?

—Si...¿Debo ir a mi habitación?

—No irás a ningún lado—respondió Jean y tomándola de los hombros la recostó de nuevo de espaldas sobre la cama—no voy a dejarte ir nunca—le dijo, y empezó a besar de nuevo su cuello—voy a atarte a mi...no, voy a atarte a esta cama—tomó una de sus piernas y la aprisionó sobre su brazo, antes de agacharse para tomar su boca de nuevo.

Mikasa sintió mayor sensibilidad con Jean sosteniéndola de esa forma.

—Jean...esto...esta posición es...

—Es mejor—le respondió él y volvió a tomar sus labios mientras empezaba a presionarse entre sus piernas. El gemido de Mikasa se ahogó en ese beso, cuando sintió a Jean entrando de nuevo en ella.

Jean perduró sobre ella por horas, besándola, probándola y de vez en cuando mordiéndola un poco. Se acercaba a su oído y le decía todo lo que quería de ella y Mikasa temblaba escuchándolo y sintiendo su aliento sobre ella. Jean se contuvo mientras guiaba a Mikasa a una, tras otra, ola de placer.

Pronto Mikasa se encontraba también boca abajo, sujetándose de la almohada mientras sentía a Jean acoplándose detrás de ella entre sus piernas. Sentía calor en las mejillas y todo el cuerpo.

—Levanta un poco más la cadera mi amor—lo escuchó decir y se sonrojó al concebir la idea  de la posición que Jean solicitaba de ella.

Con pena, estuvo a punto de decirle que la recostara de nuevo de espaldas, pero entonces sintió la mano de Jean deslizándose por debajo de su vientre hasta su entrepierna, acariciándola al mismo tiempo que la penetraba con mayor profundidad. La única palabra que pudo pronunciar, fue el nombre de Jean, con un fuerte jadeo, seguido por un gemido que ahogó en la almohada.

Con la mente en blanco, dejó sus piernas temblar y dejó caer su peso en la cama arqueando la espalda, aún aferrándose a las sábanas. Sintió cuando Jean se inclinó sobre ella, tocando su piel y dejando calor sobre su espalda, sintió sus manos tomándola del cabello y girando su rostro para lamer detrás de su oreja y después besarla en la sien. Pudo escucharlo decir su nombre y escuchó su fuerte respiración aumentando, mientras la embestía con fuerza.

Mi ParaísoWhere stories live. Discover now