Capítulo 6

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No estaba mintiéndole, ¿ok? Tampoco me estaba mintiendo a mí misma. Hace mucho que no cojo y ustedes saben... a veces hay que sacar las telarañas del ático. Excepto que esta vez no se pudieron sacar del todo. Juro que la próxima vez me voy a controlar. ¿Qué tan clown esperan que quede luego de decir "jamás pasará algo con él" y tres doritos después estuviera gimiendo su nombre en un cuarto rojo mientras le pedía más y más?

Exacto, ni Anastasia Steele iba a ser tan pendeja como para caer en esa maldita tentación. Yo era Emma Carson, obviamente iba a caer, ja. Pero bien, recordando lo anterior. Había comenzado una mentira, y no necesito recordar que ya estoy vieja para estas cosas que debieron quedar en la secundaria, pero ya no hay vuelta atrás y le iba a mentir muy bien, será como una mentira de esas que son buenas, buscando que ese maldito se retuerza. Porque no les voy a negar que estoy en esa etapa de la ruptura en la que luego de extrañarlo y llorar por él, empiezo a insultarlo y a tenerle odio. También siento esa necesidad extrema de demostrarle lo bien que estoy, como si supiera controlar la situación y mi vida está mejor sin él. Por supuesto nada de eso era cierto pero él tampoco tenía porque enterarse.

Así que apenas entré en razón, y aun en shock tras lo que acababa de pasar, debo decirles que, sí, le escribí justamente a la persona que ustedes piensan. ¿Qué había otros candidatos? Sí. Pero Fabricio era el más viable a prestarse para... bueno, esa situación. Ok también tengo que admitir que necesitaba una excusa para escribirle, esa me parecía la adecuada.

Tenía algo de ansiedad por su respuesta, mi mente se preparaba para lo peor. Literalmente LO PEOR. Me había creado una respuesta buena, una intermedio, una mala, y una muchísimo más que mala. Siempre tengo los peores cinco minutos de mi vida a diario, y estos entraban en el top. Lo que me hacía pensar ¿Por qué me pongo nerviosa? 

El era solamente un tipo apuesto al que me quería coger, y que, de seguro, él a mi. Solo eso.

En cambio, Asher era el tipo que había acabado con mi vida. Y Colin, bueno, a él no lo conocen pero fue el que hizo que me sintiera miserable los últimos tres años de mi adolescencia. Fue ese chico que todas llegamos a tener en algún momento y al que accidentalmente lastimamos. En mi caso fue porque en esos tiempos no sabía manejar mis emociones o reconocerlas al menos.

Mientras recordaba aquello, el bip de mi celular me alarmó y me hizo volver al presente. Miro el nombre en la pantalla y la tan esperada respuesta al fin había llegado. Me daba miedo leerla, así que cierro un ojo y con el que quedó abierto leí solo por la pestañita el primer mensaje. 

¿Pudo haber sido peor, no?

Fabricio: Apareciste más pronto de lo que pensé.

¿Fue duro haberte quedado con ganas, no?

No te preocupes, yo también quería metertelo hasta el fondo y darte duro hasta que gimas mi nombre como si no hubiera un mañana.

Ok. Si pudiera describir como fue que reaccioné al leer el último mensaje creo que no podría. Sentí la necesidad de juntar mis piernas y apretarlas, aún sin quitar la vista del mensaje.

¿Sí que hace calor aquí, no?

Yo: Lo hice porque necesito un favor, ¿no lees?

Ya te dije que fue solamente un impulso. Aunque todavía puedo oler ese aroma a naranja mezclado con el cuero.

Fabricio: No presto dinero, no mando fotos de mi pene, tampoco influencio a ex novios para retomar la relación. Así que, dime.

Yo: Hijo de puta. No quiero dinero, a mi ex que le den por el culo. Y sobre lo de tu pene, más que una foto quería tenerlo dentro.

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