Capítulo 17

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El resto de la semana había pasado con tranquilidad. Exámenes, salidas con Fabricio, diría que un par de momentos tiernos, otros pervertidos, y de vuelta a mi miseria. Han pasado otras cosas que no quiero mencionar, pero lo importante es que el día que todos estaban esperando al fin llegó.

Hoy era la boda de mi ex.

Y no se porque sentía tantas emociones que no lograba identificar si se suponía que ya lo había superado. No espero que lo entiendan pero estaba nostálgica, triste, con miedo, nervios, algo de desagrado, y el estómago lo tenía revuelto. El evento empezaba dentro de unas horas y ni siquiera tenía fuerzas de responder los mensajes de los demas por el simple hecho de que hoy Ashton cumpliría nuestro sueño, con alguien más.

Quería sentirme feliz pero no lo lograba. Siempre he sido egoísta, y me costaba aceptar que los otros a veces estaban mejor sin mi, o que las personas de mi vida en realidad no eran mías del todo. Por eso me costaba aprender a soltar. Recuerdo que de pequeña tuve un juguete que quería mucho, el hijo de un vecino me lo robó y lo hizo pasar por suyo; mi ira fue tan gigante que conocí lo que era guardarle rencor a alguien. Y aunque ese sentimiento es malo, crees que tienes todo el derecho de sentirlo.

—¡El tráfico está horrible—confiesa Ariana entrando a mi departamento.

Me encontraba sentada en el sofá mirando a quien sabe dónde, sumergida en lo que mi cabeza me hacía pensar. Pasé la última hora viendo las fotos que tenía con Ashton y volviendo a sentir odio. Sentía cosas por Fabricio, y sé que él me hace el doble de feliz que Ashton, pero aún así tenía la misma rabia por lo que había pasado tan marcada como el primer día. En definitiva yo no sabía perdonar, ¿se suponía que era hora de avanzar?

—¿Crees que sea mala idea que me presente?—le pregunto aún sin quitar la vista de aquel punto específico en el suelo.

Ella termina de colocar sus cosas de maquillaje al suelo, y se sienta a mi lado, abrazándome.

—No quiero que le des el gusto a nadie, ¿ok? Si el tuvo las bolas de invitarte, tu tendrás los ovarios de presentarte. Además irás con Fabricio, créeme que la atención la van a tener ustedes al ser ustedes—empieza a decir. Luego parece comprenderme un poco más y añade—: De todas maneras, si no te sientes cómoda asistiendo, y tienes un mal presentimiento, hazle caso a tu intuición, Emma.

—Cómo quisiera verle la cara de sorpresa a ese pendejo cuando me vea—confieso—, pero me asusta mi reacción cuando vea como su novia camina al altar, jaja.

—¿Entonces...?

—Siento que algo malo va a pasar. Pero no se trata de mi, es algo más—le aseguro—. Quiero ir, es muy tarde para cancelar. ¿Me ayudas con la transformación?

—Vas a pasar de ser hermosa a aún más hermosa—me responde completamente emocionada.

   Pasaron al menos unas tres horas cuando escuché la voz de Fabricio en mi sala junto a Ariana. Yo estaba terminando de arreglarme en mi habitación; ya saben, perfume, aretes, y todo eso.

El maquillaje que Ariana me había hecho era precioso, y mi cabello estaba ondulado, sin frizz, con algo de extensiones así que se veía mucho más largo de lo normal. El vestido y el cabello encajaban a la perfección, junto al maquillaje que resaltaba mucho mis ojos verdes, tenía sombra en los ojos y un delineado que me hacía sentir una princesa.

Mi cabello tenía brillitos y llevaba un collar bastante lindo. Podría confirmar fácilmente que me veía muchísimo mejor que los otros días. Así que, llenándome de valor salgo de mi habitación con ganas de ver la cara que Fabricio pondría al verme.

Y efectivamente, pareció quedar en shock al verme entrar a la sala. Una sonrisa se dibujó en su cara y me evaluó de pies a cabeza, luego miró a Ariana y volvió a centrar su atención en mi. Sin querer se mordió un labio y me dijo:

—Mierda, vas a ser la más linda de toda la puta noche.

—Algunas cosas gracias a mi, y el resto es gracias a la belleza de Emma—mencionó Ariana toda orgullosa—, quien no estaría loco por ti.

—Dios, me halagan mucho y no se que decir—respondí nerviosa—. Ojalá vinieras, Ari.

—Me parece que al imbécil de tu ex no le caiga tan bien porque a mí no me invitó—se encoge de hombros—. Aún así estaré despierta cuando llegues con el chisme, ojalá alguien se oponga en esa boda.

—Sería interesante ver eso—le respondí yo.

—Ese dichoso evento comenzó hace unos cinco minutos así que, ¿nos vamos, mi amor?—me preguntó Fabricio acercándose a mi. Puso su mano sobre mis caderas, casi casi que llegando a mi culo.

Ariana se da cuenta de eso y le aparta la mano con un ligero golpe.

—Cuidado esa mano—le advierte ella.

—No sabía que Emma tiene guardaespaldas ahora—le responde él, retandola.

—Pues entérate—contesta ella con la misma firmeza que usó Fabricio para decir lo anterior.

—Vámonos antes de que me arrepienta de haber aceptado esto de ir—les digo a ambos tomando a Fabricio de la mano para salir rumbo a la planta baja.

Ariana se despide de nosotros y le dice a Fabricio que no me pierda de vista y que se comporte. Tras dejarla atrás, empezamos a caminar hasta el ascensor. Fabricio presiona el botón del ascensor y mientras esperábamos, puso de nuevo su mano sobre mi cadera.

—Qué ganas de quitarte el vestido—me susurró—, aunque te queda precioso. No me arrepiento de que hayamos elegido ese.

—Ya vamos a tener tiempo para eso y otras cosas—le respondí entrando al ascensor.

—Cómo quisiera hacer cosas de grandes contigo pero te ves muy hermosa para desarreglarte—me dijo él entrando también el ascensor.

—Dicen que el que compra quita, ¿no?—le mencioné provocativamente mientras las puertas del ascensor se cerraban.

Durante el resto del viaje hablamos sobre cosas sin sentido, cómo deletrear aceite y darte cuenta de que suena igual. O si éramos más de perros o gatos, y me sentía cómoda hablando de aquellas cosas con él porque siempre le sacaba una respuesta graciosa a todo.

Ese fue el último momento de paz que tuve porque a los pocos minutos estábamos estacionando sobre el lujoso hotel a las afueras de la ciudad donde se estaría celebrando la boda. Y que, aparentemente, la mitad del hotel estaba reservado para el evento. Rezaba en silencio para no pasar por aquellos momentos incómodos.

Lo que esperé por meses finalmente estaba pasando y la ansiedad me estaba consumiendo.

Abro la puerta del auto y me bajo con cuidado para no tropezarme. Espero varios segundos a qué Fabricio se me acerque, y lo observo, se vea más sexy que de costumbre. Sus ojos verdes se veían más brillantes hoy y su rostro no podía mirarse más perfecto, sin duda estaba feliz de haberle pedido que me acompañara.

Él se para frente a mi y pasa un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, luego se me queda mirando.

—¿Cómo crees que reaccione Ashton cuando te vea?—me pregunta con curiosidad.

—No lo sé pero estoy feliz de que hayas venido aquí conmigo.

—¿Estás lista para afrontar el desastre?

Suelto un suspiro y me paro a su lado, mirando hacia la entrada del hotel.

—No, pero lo voy a intentar.

Fabricio me toma de la mano y caminamos hacia la entrada. Desde acá se escuchaba la música pop que estaba puesta quien sabe dónde. Supongo que la pusieron por Ashton, el siempre fue fan de ese género. Le gusta mucho The Weeknd o Shawn Mendes, una de las pocas cosas que tenemos en común.

En la entrada nos recibe un hombre con traje formal y nos pidió la invitación. Le mostré la foto desde el celular y nos dió la indicación de como llegar hasta el jardín principal y más grande del hotel. Le agradecemos y caminamos siguiendo las instrucciones del botones del hotel.

—¿Un último beso antes de entrar al caos?—preguntó Fabricio tomando mi rostro con ambas manos. Hizo un puchero y luego se acercó para besarme.

Nos dimos un beso corto e intenso, y luego seguimos caminando hasta detenernos en la inmensa entrada al caos llamado boda.

No lo escucharon de mi, pero este fue el inicio de mis deseos oscuros.

Deseos Oscuros Where stories live. Discover now