Capitulo 30

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La mayor parte del tiempo, Fabricio destacaba por ir directamente al grano, y eso era una de las cosas que más me cautivaban de él. El simple hecho de que evitara rodeos me resultaba reconfortante, ya que estos siempre me generaban ansiedad, y mi estómago no dejaba de revolverse hasta que lo soltaban todo. En este momento, experimentaba esa misma sensación y sabía exactamente por qué.

Pensé que con todo el drama de la boda y las cuestiones familiares que le estaban ocurriendo, Fabricio se olvidaría de esto. Sin embargo, la verdad era que le importaba más de lo que yo imaginaba.

Solté un suspiro y continué caminando, intentando ignorar sus palabras, pero resultaba difícil. Me llené de valor y confronté el tema porque, después de todo, podía decir que no quería prestarme a eso pero en el fondo lo disfrutaba.

-¿En serio pretendes discutir esto aquí? -le pregunté, intentando señalar discretamente a la señora con los niños que jugaban en el tobogán más allá de nosotros-. No quiero ser la responsable de traumas infantiles.

-Dije que debíamos hablarlo, Emma, pero nunca especifiqué el lugar. Juju -respondió con una sonrisa de victoria-. Si quieres, podemos escondernos en ese solitario tobogán azul o abordamos el tema con la seriedad que se merece, ¿no?

-Si consideras tus juegos sexuales como un tema serio -mencioné con un toque de sarcasmo-, supongo que no serás capaz de discutirlo en un tobogán azul.

-Me sorprende que hayas elegido el tobogán; pensé que sería una propuesta más degenerada.

-Al menos en el tobogán no tendré que firmar nada, je.

Comencé a caminar hacia el tobogán para que tomara en serio mi decisión. Fabricio aún no creía que hubiera optado por tener esa conversación en el tobogán, pero bueno, a veces la gente reserva sorpresas descabelladas. Me giré solo para ver su cara y todavía seguía estático, solté una risa y le hice una seña con la mano para que se acerque.

-¿No te atreves, valiente?

-Todavía no asimilo que me estés arrastrando hacia un tobogán, ¿de verdad, Emma?

-Muy en serio -hablé mientras seguía caminando hacia el tobogán, lanzándole una mirada traviesa-. A veces, las conversaciones intensas merecen un escenario inesperado.

Era un tobogán grande, apartado del parque. Supongo que la razón era la falta de luces en la zona; si fuera una niña, me daría miedo. Más allá del tobogán, había unos columpios con un par de niños que se fueron con sus padres unos segundos después. Quizás era por la hora. Mañana había clases y probablemente los tuvieran que mandar a dormir antes de las 9.

El viento soplaba con fuerza en contra, haciendo que mi cabello se desordenara por todas partes. Estaba bastante largo, y en ese momento, consideraba seriamente cortármelo. Al llegar, me senté en uno de los escalones del tobogán, riéndome internamente de toda esta situación. Aunque fuera un tema importante, elegí el tobogán para darle un toque de ligereza; de todos modos, no era tan aburrida y seguiría con mi decisión hasta el final.

-Si no entiendes por qué tenemos que hablarlo en un tobogán, yo no entiendo por qué tenemos que hacer lo de "términos y condiciones" y un contrato, sabiendo que ya hemos hecho 'eso'.

-¿Eso? -se rió mientras se sentaba en el césped frente a las escaleras-. Sería agradable que lo llamaras como tal. Además, este tobogán lo imagino para muchísimas cosas que no tienen que ver con charlas serias.

-Sería agradable que superaras lo de Christian Grey y maduraras.

-¿Entonces piensas que es inmaduro?

-Probablemente.

-Pero aceptaste.

-Quería que fueras conmigo a la boda, da. Habría aceptado lo que sea.

Deseos Oscuros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora