Capitulo 31

138 22 3
                                    

Fabricio volteó disimuladamente luego de que le contara lo de los sujetos, deseaba que hubiera visto algo y no creyera que estaba siendo paranoica. Cuando tomó mi mano confirmé que efectivamente no estaba loca y sentí como me susurró que aceleremos.

—Quizás solo estamos siendo un poco paranoicos —mencionó Fabricio sin bajar la guardia—. Pero, por si acaso, aceleremos un poco más.

Le obedecí y comenzamos a caminar lo más rápido que podíamos. Era raro que esta calle estuviera vacía, pero bueno, seguramente era por ser un día de semana y todos estaban preparándose para una jornada laboral. Yo jamás había caminado esta calle sola, o al menos no de noche, y supongo que Fabricio ni siquiera sabía que esta calle existía.

Tengo la ligera sospecha de que está igual de nervioso que yo, incluso más, pero tiene que disimularlo. Aún así me dejé llevar por los nervios y no supe conseguir un buen tema de conversación. Sin embargo, este tipo de silencio era lo único acogedor, porque cada vez que miraba de reojo hacía atrás, veía a los tipos en la otra acera.

De repente desaparecieron, como si se los hubiera tragado un agujero en el suelo. Me sentía aliviada porque aquí nadie escucharía ningún grito, y aún así, no tengo la cuenta exacta de cuanto tiempo pasó hasta que manifesté todo lo malo sin querer. 

¿Por qué?

Bueno, cuando estábamos a punto de cruzar una esquina casi listos para llegar al apartamento de Fabricio, dos robustas siluetas se pararon frente a nosotros. 

¿Se acuerdan de los hombres que les mencioné hace unas líneas? Ok.

Las dos siluetas les pertenecían, y justo cuando estaba empezando a creer que estábamos a salvo, fue cuando la bomba explotó. Mis ojos se abrieron de par en par y mi corazón comenzó a latir como si fuera a salirse. Pensé, ¿que otro propósito iban a tener además de robarnos?

¿Entrevistarnos para Tik tok?

 Por supuesto que no. Y si esa era la intención iba a encargarme de despellejarlos con mis propias manos y disfrutarlo ante tremenda cagada que se están mandando.

Fabricio me puso una mano en el abdomen para evitar que diera un paso más adelante, realmente ni siquiera tenía intención alguna de hacerlo. Se sentía como si el planeta hubiera dejado de girar, el mundo estaba paralizado. Todo se reducía a: nosotros dos versus aquellos sujetos, sin moverse, sin soltar palabra alguna. ¿Cual era su plan?

—Creo que saben como es el patrón, ¿no?—preguntó uno de los hombres encapuchados.

—¿Y quien es el patrón? Imbécil—le respondió Fabricio con miles de pizcas de sarcasmo en la oración.

Solté un suspiro frustrada, este no era el momento para que empezara con las bromitas. Y menos si no sabe si los ladrones tenían armas o algo. Fabricio tenía pinta de ser de esos que se buscaban las palizas.

Le lanzo un manotazo disimulado y analizo la figura de cada uno, ambos eran mas bajos que Fabricio, uno de ellos era un poco gordo y el otro estaba en forma, pero seguía siendo robustos. La oscuridad no me dejaba ver sus rostros pero lograba identificar un pasamontañas, conforme los segundos pasaban, los sentía acercarse más porque de repente su respiración llegaba a mi nariz, a mis ojos, a todos lados.

Como un acto impulsivo, Fabricio le lanza el primer puñetazo al primero; lo escuché fuerte y claro. Luego lanza el segundo, y sin que el sujeto gordo se defendiera, el que estaba en forma me tomó de los brazos y me puso frente a él, impidiendo totalmente que pudiera moverme. Fabricio lo notó, pero siguió demoliendo al gordo hasta que lo dejó en el piso. Parecía querer acabar con el otro hombre, hasta que me puso un arma en la cabeza y se alejó unos pasos.

Deseos Oscuros Where stories live. Discover now