Capitulo 25

634 57 2
                                    

Sabía que me gustaban los besos largos, pero con Fabricio lo confirmaba cada vez que pasaban. Lo que comenzó como una escena tierna fue subiendo de tono poco a poco y aquel tierno beso subió su intensidad y lograba subirme la temperatura. Tener a Fabricio encima de mi, besándome, era sin duda uno de los mejores placeres que era capaz de poder experimentar. Tener su peso, que los pelitos de su barba hagan presión en mi rostro, y rozar su lengua con la mía en medio del beso mientras succionaba su labio era motivo suficiente para lograr mojarme. Si se trataba de él, no tenía que hacer demasiado. 

—Me encanta besarte, Emma—mencionó él sin parar de hacerlo. 

—Entonces no dejes de hacerlo—le dije casi que al borde de suplicar. 

No pregunten como pero me las ingenié para darnos la vuelta y terminar arriba de él. Amaba estar encima de él y sentir su pene recostado sobre mi culo y mi vagina. Fabricio puso su mano en mis nalgas, y seguimos besándonos, subiendo la intensidad poco a poco.

—Me encanta que tomes el control, pero no te acostumbres, el que te azotará con el látigo seré yo—me respondió dando una pausa a la besuqueada, para luego seguir. 

—¿Ah sí?—pregunté fingiendo sorpresa. 

—Sí. Siempre seré yo el del control, bonita. 

Preferí no responder y en su lugar me bajé un poco para quedar con mas comodidad ante su pantalón. Lo desabroché con algo de lentitud para que él lo tomara como una advertencia de lo que se apróximaba. 

—¿Y así vas a estar al mando?—preguntó algo incrédulo. 

Lo ignoro y me apresuro a sacar su pene del bóxer para acariciarlo con mi mano con intenciones de meterlo en mi boca poco después, sin embargo, antes de poder hacerlo, sentí la mano de Fabricio sobre mi cabeza para impedirlo. 

—Así no vas a salirte con la tuya, Emma—me dice antes de sentarse. Suelta mi cabeza y se guarda su amiguito otra vez—, te recuerdo que yo mando.

Un puchero se forma en mis labios y por alguna razón aquello que dijo me puso totalmente caliente. Lo dijo en un tono tan dominante y seductor que envolvió mis oídos y era capaz de dejar que me azotara de muchas maneras si así lo deseaba. Y eso que siempre me ha encantado ser yo la del control y que todos siguieran mis ordenes, pero de alguna forma, mi lado sumiso sale con él. Todo pasó tan rápido por lo deseaba desde el primer día que lo vi.

Me levanto buscando desafiarlo, y me paro justo detrás de él. Mis manos se deslizan por sus hombros.  Por primera vez ser bajita tenía sus ventajas. Fabricio era la mitad de alto que yo, no paso del metro cincuenta y tres, él debía medir al menos metro ochenta y cinco. Eso nos hacía ver todavía más atractivos a ambos. 

Sin articular palabra alguna el acaricia un poco mis manos y luego las suelta, dandose la vuelta para besar la parte de mi cuerpo que quedó a la altura de su boca y luego subir un poco el vestido para meterse.

—Además de que se te ven las tetas exquisitas, la mejor parte de ese vestido es...—musitó antes de bajar un poco para meter su cabeza en mi vestido—... estar dentro de el. 

Esas oraciones bastaron para comenzar a sentir una sensación casi que nueva porque no la sentía desde quien sabe cuánto tiempo. Mi respiración se empezó a agitar al sentir el contacto de sus labios en mis muslos y el como dejaba besos humedos sobre ellos. Su mano apretaba mi culo para mantenerme pegada a él, no entendía porque algo tan simple como unos besos en los muslos me generaban tantas sensaciones si se trataba de él.

—¿Te gusta?—me preguntó mientras seguía subiendo la línea de besos en mis muslos.

Asiento con la cabeza, soltando un pequeño «Ujum» mientras lo disfrutaba, de repente él paró. Bajé la cabeza para mirarlo y lo encontré viéndome, con una sonrisa de triunfo.

Deseos Oscuros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora