Capitulo 12

909 103 12
                                    

Por alguna razón me gustaba como sonaba la alarma de los carros cuando recién se encienden. Algo así como el inicio de la canción Drivers License, creo que la canción me gustó mucho por eso. El carro de Fabricio sonaba así, no exactamente igual, pero muy parecido, y me parecía relajante.

Ya llevábamos media hora de camino y no tenía idea de adónde me llevaba porque tampoco reconocía la carretera. Le había preguntado cómo unas siete veces ya que a dónde rayos nos estábamos metiendo, pero me da que aguardara porque ya íbamos a llegar. De hecho traté de adivinar, pero al parecer fallé todos los intentos.

—Fab…—mencioné sin que él me dejara terminar.

—No, no Emma, no te voy a secuestrar para vender tus riñones y ganar unos miles de dólares más—contesta sin quitar la vista del volante.

Hago una mueca de fastidio y me cruzo de brazos, esperando a llegar.

Supongo que pasó un poco más de dos minutos cuando vi una entrada a una casa bastante grande con varios carros estacionados. Eran tres: uno azul rey, otro rojo, y otro blanco. No sabría decir que modelo era cada uno porque mis conocimientos en autos eran muy escasos, pero feos no estaban. Fabricio se estaciona al lado del azul, y se baja del auto. Luego se acerca y me abre a mi la puerta. What the fuck.

Me bajo también del auto y siento como toca mi hombro, apretándolo. Lo miro algo extrañada esperando a que me dé alguna explicación.

—¿Algo para decir?—le pregunto mirando todo el lugar. Sin dudas no había venido aquí antes.

—Bueno a ver, para resumirtelo un poquito, te traje a una reunión con unos amigos—comienza a decir mientras me toma de la mano para caminar hacia la puerta de entrada de la casa—, sera tranquilo. Solo serán tres chicas, y un chico. Nada raro, prometo que no habrá una orgía.

—Gracias por aclararlo, me daba miedo terminar siendo parte de una secta sexual.

—¿Una qué?—pregunta riéndose.

—Olvídalo. ¿Ellos saben que vengo?

—Dígamos que, saben que existes.

Nos detenemos frente a una puerta blanca ancha, y Fabricio toca el timbre, que si tengo que ser sincera, suena a timbre de casa embrujada. Era más largo que mi ringtone de llamada.

Al poco tiempo, un chico con bermudas azul cielo y una camisa del juego 'Call of Duty' nos abre la puerta. Saluda a Fabricio con gritos, y un abrazo. Luego de eso viene lo interesante; el chico pone su mirada en mi, y luego en Fabricio. Su sonrisa se borra y toma lugar una de sorpresa, como si fuera raro verme.

—¿Viene contigo?—le pregunta a Fabricio.

—Claro pendejo, ¿no ves que está a mi lado?—contesta él como si fuera la cosa más obvia de todas.

—Es que tú nunca traes a nadie, en realidad, a nadie.

—Que hoy sea la primera vez—le contesta tomándome de la mano y entrando a la casa.

Qué escena tan random la que acabo de vivir. Y ni hablar de cómo me toma de la mano así sin más, como si fuera común que eso pasara. ¿Acaso no era así? ¿Por qué me sentía rara si lo hacía?

Pasamos por una sala de estar más grande que mi piso, y luego entramos a un jardín con piscina. Estaba casi anocheciendo, y se podía ver a lo poco unas luces en el piso, y en el piso de la piscina. También habían varios sofás de esos que son para ponerlos en el césped para que se vea decorado y bonito que estaban rodeados de luces led. Había más allá una mesita con alcohol y snacks, y entonces mi mayor pesadilla: personas.

Deseos Oscuros Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ