Capitulo 14

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Prefiero ahorrarme tener que explicar que pasó en el camino porque no es algo que quisiera recordar. La verdad nunca había escuchado tantos gritos en mi vida, y fueron aún peores porque el carro es un espacio cerrado y PEQUEÑO, así que se podrán imaginar todo lo que pasé. Para resumirles, Ariana estuvo todo el camino gritandole a Adrián para hacerlo sentir un irresponsable. Que más da, supongo que eso era. O quién sabe, tal vez estaba juzgando sin conocer.

Cuando llegamos al hospital Fabricio se baja primero y toma a Cleo de las piernas para cargarla. Adrián intenta quitársela pero él se niega, justificandose de que Adrián aún estaba bajo el efecto de la marihuana.

Mientras ellos corrían asustados, yo intentaba llevarles el paso, pero no paraba de tener flashbacks de lo que pasó con Fabricio en la piscina, así que me frenaba, y creo que también me sonrojaba. Entramos al hospital por la puerta de emergencia y una enfermera nos recibe, Ariana habla con ella y le indica unas cosas que no logré descifrar.

—Ok, ponganla aquí—nos ordenó la enfermera señalando la camilla que había justo del lado contrario.

Fabricio recuesta a Cleo allí y Ariana se va con la enfermera y la camilla en la que descansaba Cleo.

—¿Quieres detenerte?—le grita Fabricio a Adrián cuando se fijó en que el chico no paraba de caminar de un lado a otro con preocupación.

Me senté en uno de los sofás de color marrón que había en la sala de espera de emergencias, y solo rogaba que Cleo estuviese bien.

Fabricio se queda parado y con los brazos cruzados al lado del sofá en el que estoy sentada. Sorpresivamente siento como comienza a acariciar mi cabello de una manera tierna. Lo miro extrañada, y me sonríe. Intento no devolverle la sonrisa y solo desviar a mis ojos cuando comencé a sentir cosas raras en mi estómago. Y no, no era estreñimiento. Era una especie de sentimiento optimista en el que mi futuro con Fabricio termina buen.

No, yo no quiero que él me guste de verdad.

Acabo de terminar una relación que por cierto terminó muy mal. Y desde que eso pasó mi cabeza no para de crear traumas respecto a ello. Y mi ansiedad no para tampoco de crear pensamientos y escenarios en los que me volverá a pasar lo mismo. Pero bien, soy estúpida, y creo que todos tenemos ese pequeño espacio en la cabeza donde nos creamos los escenarios con finales felices.

Bueno, desde niña me los creaba, pero nunca se hicieron reales. Y yo ya he sufrido demasiado.

—Dios, es mi maldita culpa. Si le pasa algo todo será mi culpa—dijo Adrián sentándose a mi lado.

Se tapó la cara con ambas manos y pude notar el anillo de compromiso que estaba en su dedo.

—Bueno, tu tampoco le pusiste una pistola en la cabeza para que lo hiciera—le digo en un intento de consuelo—. Va a estar bien, Ariana es la mejor doctora que conozco.

—Emma, ¿ya le dijiste que a Ariana se le murieron unos cuantos pacientes en las operaciones?—menciona Fabricio con algo de malicia, se agachó para quedar a nuestra altura y poder vernos mejor.

Adrián abre los ojos de par en par y yo estoy matando a Fabricio con la mirada. ¿Porque carajos lo dijo? Bueno, ya sabía que para molestar. Si una persona importante para ti está en cirugía y te dicen que al doctor se le han muertos varios pacientes sería razón suficiente para estallar en estrés.

Y Fabricio tampoco se equivocaba, en realidad cuando Ariana recién se graduó,  varios pacientes con problemas cardíacos se murieron en el quirófano. Ella me hizo jurar jamás hablar sobre eso, y también sé que mejoró, después de todo ahora tenía más experiencia.

Deseos Oscuros Where stories live. Discover now