Capítulo 8. Convivencia

121 14 2
                                    

Al despertar, Vil no podía decir que se sintiera mejor. Había dormido solo en su cama, sí, lo que tendría que haberle traído confort, ya que hacía más de una semana que su cama no era únicamente suya. Sin embargo, se despertó agotado, como si no hubiera podido descansar. Su cuerpo se sentía exhausto y pesado, y no recordaba haber soñado nada, solía dormir mejor si tenía sueños, incluso si eran pesadillas. Pero cuando no tenía sueños durante la noche, siempre se despertaba cansado, como ahora.

Se estiró. Las sábanas eran un caos total, estaban hechas un revoltijo, no se sabía dónde empezaba una y terminaba la otra. El rubio era de esas personas que se movía mucho en la cama, nunca había sido capaz de quedarse quieto mientras dormía, pero no era habitual que causase semejante estropicio, hasta habían caído al suelo algunos cojines. Era probable que alguno hubiese golpeado a Leona mientras dormía. Vil no creyó que fuese a hacerlo de verdad, pero al final el león se había tumbado junto a la cama y había pasado la noche en el suelo. En el fondo se sentía un poco culpable, no tendría que haberse comportado de esa manera con él, su lado racional lo comprendía pero... le ponía furioso, toda esa situación le enfurecía, y no se podía razonar con alguien enfadado.

Hundió la cabeza en una de las almohadas y ahogó un bufido. Estaba agotado, no estaba de humor para pensar en esa clase de cosas ahora o en si debería disculparse o no. En el suelo escuchó al moreno desperezarse y bostezar. Durante los últimos días, había aprendido que los bostezos de los hombres bestia eran escandalosos, casi tanto como sus rugidos, y les gustaba rugir. Le oyó levantarse, Leona nunca se levantaba antes que él. Y después, le oyó reír. El menor alzó la vista y le fulminó con la mirada.

-¿Qué te hace tanta gracia, gato?

-Tuviste una noche movidita, ¿eh? -silbó el felino-. Si no hubiera estado aquí todo el rato, pensaría que me has sido infiel.

-Vete a la mierda -respondió con brusquedad Vil, volviendo a hundir la cara en la almohada-. Sabes perfectamente que no podría hacerlo ni aunque quisiera, y te puedo asegurar que ganas no me faltan.

-Me dolería que invitases a otro hombre a tu cama mientras tu marido duerme en el suelo. ¿No te parece un poco cruel?

-¿Qué cojones te importa? Cállate y déjame en paz, tengo sueño.

-Oh, de eso estoy seguro, no has parado quieto en toda la noche -rio Leona-. Me tiraste la manta encima al menos tres veces.

-¿Me la volviste a poner en la cama?

-Claro, ibas a pillar la muerte con ese trapo puesto si no. Te toqué la pierna, estabas helado.

-¡¿Me tocaste la pierna?! -cuestionó el rubio, sentándose de golpe-. Como me hayas hecho algo, te juro que...

-¿Olvidas que ya te he visto desnudo? Y tú también a mí, no hay nada de lo que avergonzarse.

¿Que no había nada de lo que avergonzarse? Por favor, que Vil no llevaba nada debajo, ese hombre podría haberle hecho cualquier cosa y él ni se habría enterado. Temblaba con solo imaginarlo.

-No te he hecho nada -aseguró Leona al ver la expresión del menor-. Volví a taparte y ya está.

-Supongo que, como agradecimiento, no volveré a echarte de la cama en el futuro -contestó Vil, evitando mirar al mayor-. A menos que intentes sobrepasarte, claro.

-Gracias, pero prefiero dormir a comerte, así que te tomaré la palabra. Por cierto, vino Rook a buscarte antes. Le dije que habías pasado una mala noche y prefirió que te dejara dormir.

-Oh, no, había quedado con él para desayunar. ¿Qué hora es? ¿Llego muy tarde?

-No lo sé, me parece que es cerca de mediodía.

Eres mi Alfa y mi Omega [LeoVil || Twisted Wonderland]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon