Capítulo 29. Malleus Draconia

122 11 1
                                    

  -¿Por qué yo? -preguntó Vil-. ¿Qué he hecho para merecer toda esta atención por parte de tu príncipe?

-Está convencido de que sois su pareja destinada, alteza.

-No le conozco.

-Él sí a vos.

-Esto es ridículo.

Vil se masajeó el puente de la nariz con cansancio. Estaba harto de esa conversación y el alboroto proveniente del interior del palacio comenzaba a levantarle dolor de cabeza.

Sabía que todo aquello era una mala idea, que no tendría que estar hablando con el tal Silver, pero no se sentía capaz de marcharse y fingir que nada había sucedido. En el fondo, si existía una posibilidad de solucionar las cosas sin muertes, aunque fuese mínima, quería arriesgarse y apostar por ella.

-¿En serio piensas que tu príncipe me escuchará si me planto delante y le digo que no soy su pareja destinada?

-Eso creo.

-Es ridículo -repitió el rubio-. No te envía él, y tampoco creo que te envíe la reina. ¿Quién te ha ordenado venir aquí?

-Mi padre, alteza.

-¿Y quién es tu padre?

-Él es... el consejero real.

-¿Es el consejero real y ni siquiera es capaz de hacer que tu reina y tu príncipe entren en razón? -Vil dejó escapar un bufido-. No sé ni por qué sigo aquí hablando contigo, esta conversación no va a ninguna parte.

-Alteza, por favor, no os marchéis. Estamos desesperados, no sabemos qué hacer.

-Que tu príncipe se lo hubiese pensado mejor antes de enviar aquí a Crowley. No le debo nada al Valle de Espinas.

-Es cierto, no le debéis nada a mi país -replicó Silver, poniéndose de pie-, pero sabéis tan bien como yo que la Tierra de Pyroxene no tiene oportunidad contra nosotros.

-¿Me estás amenazando?

-Os estoy advirtiendo. Esto solo puede terminar de dos maneras, con vos vivo o con vos muerto, y dudo que os apetezca la segunda opción.

-Existe una tercera opción, porque esto también puede terminar con mi esposo y mi hijo muertos como a tu principito se le vaya la cabeza y se niegue a aceptar mis palabras.

-¡Eso no sucederá! -exclamó Silver-. Mi príncipe nunca causaría daño a vuestros seres queridos, podéis confiar en mí. Por favor, os lo ruego, venid conmigo.

Vil se estaba empezando a cansar de intentar disuadirle. Era innegable que hablar directamente con la persona que había causado todo esto era la mejor solución posible, pero seguía teniendo un mal presentimiento.

-Viajar desde aquí al Valle de Espinas toma casi dos meses, no se puede llegar a través del espejo. Estoy embarazado de seis meses, ¿tienes una idea del dolor físico y emocional que estar tanto tiempo alejado de mi alfa puede llegar a causarme? Por no mencionar...

-No será necesario tanto tiempo -interrumpió Silver-. No he venido por mar, mantener la magia de antaño tiene sus ventajas, alteza.

-¿Cuánto tiempo me necesitas allí?

-Una semana. Una semana será suficiente para que mi príncipe cambie de opinión. Él creerá que os he llevado a la fuerza siguiendo sus deseos, pero no será así. Con vuestra ayuda, sé que podremos evitar una guerra.

Leona iba a matarle por lo que estaba a punto de hacer, si es que sus padres no le asesinaban antes. Nadie tenía que decirle que iba a cometer una estupidez, era perfectamente consciente de ello. Sin embargo, también sabía que, si salía bien, todo podría terminar por fin y ya no tendría nada que temer, y él era el único que podía conseguirlo.

Eres mi Alfa y mi Omega [LeoVil || Twisted Wonderland]Where stories live. Discover now