Capítulo 33. En la noche

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Era entrada la noche en la Tierra de Pyroxene cuando todo sucedió. El palacio dormía, o así debería haber sido. En el silencio de la noche, Noel había abandonado la cama y se encontraba en el cuarto de estar contiguo a la habitación que compartía con Eric, a quien se había asegurado de no despertar al levantarse. Eric llevaba varios días trabajando sin descanso y no sentía que fuera justo privarle del sueño solo porque él se hubiese desvelado. En su lugar, prefirió envolverse en una de sus batas y retirarse a la sala de estar para prepararse una infusión para relajarse.

Nunca había tenido problemas para dormir, en realidad, comenzaron cuando Vil nació. Cualquier asunto relacionado con su pequeño le quitaba el sueño, por insignificante que fuera. Sabía que no era bueno para él, pero tampoco había nada que pudiera hacer para remediarlo, la idea de que a su único hijo pudiera ocurrirle algo le partía el corazón de mil maneras. Los médicos siempre le habían dicho que exageraba y que no podía descuidar su salud cada vez que Vil se pusiese enfermo o se hiciese una herida, pero esto era más que un resfriado o un raspón hecho durante el entrenamiento de esgrima.

En esta ocasión, la vida de su príncipe corría peligro, y no había nada que pudiera hacer para cambiar las cosas. No podía sentarse al borde de su cama y cogerle de la mano hasta que le bajase la fiebre, no podía quedarse a su lado y distraerle con un libro, esta vez su niño estaba completamente solo y él, mientras tanto, se estaba tomando una maldita camomila porque era incapaz de dormir.

Y encima se le había olvidado poner azúcar, así que estaba increíblemente amarga.

Noel se puso en pie y se dio la vuelta para ir a por unos terrones de azúcar cuando, de repente, notó un temblor tras él y una fugaz brisa que le revolvió el pelo, el cual llevaba suelto. Se giró, dando la cara a la mesa. No había nadie, pero era evidente que había pasado algo, porque había ondas en la superficie de la infusión, no se había imaginado ni la vibración ni el viento.

Junto a la taza, había lo que parecía ser una carta que no había estado ahí antes. Sin entender muy bien lo que estaba ocurriendo, Noel dio un paso adelante y tomó la carta. El papel era grueso y amarillento, y parecían ser al menos un par de hojas. No reconocía el sello que las unía, la cera era de un color verde oscuro y el símbolo se asemejaba al de un murciélago, no era nada que hubiese visto antes.

Rompió el sello y desdobló la carta. Como había supuesto, eran dos hojas. No necesitó más que un simple vistazo para darse cuenta de que era la letra de Vil, él mismo le había enseñado a escribir, jamás confundiría su letra. Tuvo que sentarse para ser capaz de leer los contenidos de la misiva, las piernas habían comenzado a temblarle y no estaba seguro de si podrían sostenerle una vez leyese toda la carta.

En ella, Vil narraba lo que le había sucedido durante esos días en el Valle de Espinas y les rogaba que no hicieran nada todavía, que necesitaba unos días más y podría regresar a casa. Aseguraba que tenía aliados y que uno de ellos les había hecho llegar la carta, el mismo que se había asegurado de que Malleus no les hacía daño ni a él ni al bebé. Malleus. Noel estaba familiarizado con ese nombre. Malleus Draconia, el príncipe heredero de aquel recóndito reino. Habían coincidido con él hacía unos años en una mascarada que habían celebrado en la Isla de las Lamentaciones.

Vil era todavía pequeño por entonces, unos nueve o diez años, pero había insistido en acompañarles. Cuando volvieron, se puso muy enfermo y estuvo varios días con gripe en la cama. Esa había sido la única vez que Eric o él vieron a Malleus, y Noel no recordaba haberle visto interactuar con Vil, y Vil tampoco le había mencionado nunca, ni ese día ni ningún otro, era poco probable que hubiesen vuelto a coincidir en un baile.

Continuó leyendo. La carta finalizaba con varias frases en las que Vil les decía que les quería, no solo a sus padres, también a Leona.

Noel tenía que admitir que no le había gustado nada Leona al principio, habría hecho lo que fuera para evitar que su hijo se casase con un noble de Afterglow Savannah. No es que le parecieran malas personas, estaba seguro de que algunos serían gente maravillosa, pero la mayor parte eran unos retrógrados llenos de prejuicios hacia los omegas. Sin embargo, al final Leona había demostrado sentir afecto real por Vil, había cuidado de él, le había protegido, y le había dado todo el amor que su pequeño se merecía; así que su opinión sobre el león había cambiado bastante. Mientras Vil le quisiese y fueran felices juntos, Noel no tenía nada que opinar al respecto, nada le importaba más que la felicidad de su hijo.

Eres mi Alfa y mi Omega [LeoVil || Twisted Wonderland]Where stories live. Discover now