Capítulo 28. La Bella Durmiente

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Las semanas que faltaban para el baile de final de verano pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Los nobles invitados habían comenzado a llegar ya la noche anterior y muchos habían aprovechado para visitar a Vil con el objetivo de ser de los primeros en felicitarle por si embarazo. Al menos, así habían hecho la mayor parte de betas y omegas, y también algún alfa con el que el príncipe mantenía una estrecha relación.

El resto de alfas, todos aquellos que ni siquiera veían a los omegas como seres humanos y se indignaban por ser de menor altura que Vil, no habían considerado propicio perder su valioso tiempo visitando al joven. No era como si al rubio le importase, él era el que más aborrecía los encuentros con esa clase de alfas.

A Leona tampoco le gustaba, había aprendido la valía, no solo de su esposo, sino de todos los omegas, y le ofendía que alguien pudiese menospreciarles debido a los prejuicios que él mismo había sostenido no hacía tanto tiempo atrás. Ninguno de esos impresentables se había molestado nunca en tratar de conocer a un omega, cambiarían de opinión como hizo él si lo hicieran.

Y a pesar de que a Vil no debería importunarle la situación, se sentía alicaído ahora que por fin se acercaba la fiesta, y el león tenía una ligera idea de a qué se debía la tristeza del chico.

-¿Echas de menos a Rook? -le preguntó Leona mientras se vestían.

-¿Solo llevamos un año casados y ya sabes leerme tan bien? -suspiró Vil-. Es raro no tenerle aquí. Normalmente me cogía de su brazo y él me contaba todo lo que supiera sobre cada invitado. Al contrario que yo, Rook es muy sociable, así que siempre estaba enterado de todo, era francamente útil.

-Sigo sin entender por qué insististe en que no se le mandara una invitación. Lleváis meses sin veros.

-Tengo mis razones. ¿Me ayudas con el vestido? Se ajusta por la espalda y no alcanzo.

A medio vestir todavía, el moreno se acercó al menor y comenzó a ajustar la lazada del vestido. Como no quería sufrir ningún imprevisto, Vil había pedido que su traje para esta noche se ajustase en la parte de atrás con una lazada similar a la de los corpiños, de forma que, independientemente de cuánto le creciese el vientre, podría usarlo sin problemas.

Leona debía admitir que sentía debilidad por cómo le quedaba el conjunto a su marido, no era como si otros ropajes no le sentasen igual de bien, pero este era especial. Era un amplio vestido rojo de tela muy fina que apenas pesaba, con tulipanes negros bordados en la falda como único adorno. Las mangas eran cortas y no llegaban a cubrir sus codos, dejando también sus hombros al descubierto. Lo único que cubría su torso superior era una delicada capa negra que ocultaba su cuello y el inicio de la tela del escote. Era, quizás, el vestido favorito del alfa de todos los que había visto usar a su marido. Pero no podía permitir que las vistas le distrajesen.

-¿Tiene algo que ver con su posible confabulación con Crowley? -inquirió el mayor.

-Si ya lo sabes, ¿para qué preguntas?

-Para que me cuentes la verdad de una vez, se supone que en un matrimonio no hay secretos -bufó Leona-. Ya está.

Vil se dio la vuelta para mirar al felino. No podía decir que le gustase esconder cosas de Leona, en especial ahora que estaban intentando que las cosas funcionasen entre ellos de verdad, pero eso no significaba que estuviese dispuesto a incumplir su palabra para con Rook. Tal vez Rook hubiese hecho algo terrible, pero Vil le había prometido que no le revelaría a nadie lo sucedido. Además, por encima de todo, era su amigo, y él jamás traicionaría a un amigo.

-No voy a faltar a mi palabra, Leona, ni por ti ni por nadie. Nuestra unión no es más importante que las promesas que hago a otras personas ni a lo que decido discutir con mis amistades. Eres mi esposo, no mi dueño.

Eres mi Alfa y mi Omega [LeoVil || Twisted Wonderland]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें