Capítulo 14. El baile de invierno (parte 1)

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Era la primera vez que Vil salía del palacio desde que llegaron a Afterglow Savannah. Ruggie había preparado un carruaje para los dos príncipes, aunque no se les había unido. Al rubio le había sorprendido que Leona le acompañara mientras que Ruggie, que tendría más interés que el propio Leona en bajar a la ciudad a ayudar a Vil con las compras, se quedaba en palacio, pero comprendió la actitud del moreno cuando este le confesó que prefería no arriesgarse a dejarlos elegir su traje sin él delante.

-¿Crees que te escogeríamos un vestido o algo por el estilo? -rio el omega-. Los alfas no suelen llevar vestidos a los bailes, ni hombres ni mujeres. No seríamos tan rastreros.

-Es solo por precaución -bufó el león-. Ruggie y Farena eligieron juntos el traje que llevé al baile anual de verano a Pyroxene y era muy incómodo, esta vez quiero asegurarme de que estoy a gusto y de que no tengo que llevar una ridícula chaqueta.

-¿Pretendes ir a un baile en mangas de camisa? Eres mi esposo, espero que seas consciente de que no voy a permitirte eso.

-Y precisamente por eso estoy aquí, para evitar que te salgas con la tuya. -Vil ahogó un suspiro-. ¿Vestido o traje?

-¿Cómo dices?

-¿Qué vas a llevar, vestido o traje?

-Es el primer baile al que me presento desde la boda, así que lo propio es que lleve un vestido. Y tenemos que ir de dorado.

-¿En Pyroxene también tenéis esa gilipollez de que al primer baile tras el matrimonio hay que ir de dorado?

-Es una tradición universal y bastante antigua, ¿no? -El menor arqueó una ceja-. Deja de quejarte, que no es para tanto. Además, el dorado te queda bien, es de una gama cromática que te favorece.

-Y también es llamativo -protestó Leona.

-Aún mejor.

-Para ti.

-Exactamente, para mí -sonrió Vil con suficiencia.

El mayor contuvo un nuevo bufido y se echó hacia atrás en su asiento. Cerró los ojos por un momento en un intento de quedarse dormido hasta que llegasen a la sastrería donde iban a encargar los trajes para el evento, sin embargo, no fue capaz.

Por algún motivo que escapaba a sus entendederas, esperaba que Vil estuviese mirándole e hiciese un comentario sarcástico acerca de su burdo intento de dormir, pero el príncipe tenía la mirada clavada en el exterior. Leona no había visitado la capital de Pyroxene, pero suponía que incluso el paisaje urbano de Afterglow Savannah le resultaba novedoso a Vil, distinto a lo que estaba acostumbrado.

Al chico se le notaba embelesado con lo que veía, y el felino podía deducir sin ninguna dificultad que le gustaría bajarse del carruaje y perderse por las callejuelas de la ciudad. A pesar de lo que denotaba su apariencia, Vil era de esa clase de personas que siempre quería hacer las cosas por sí mismo, sin valerse de ayuda ni sentirse desvalido. Descubrir un lugar que desconocía o caminar por sí solo hasta una tienda incluidos.

El omega no era un principito frágil y pretencioso que esperaba que todo estuviese a su gusto sin tener que levantar un dedo, y tal vez por ello la situación actual le irritaba tanto, no solo el asunto del atacante misterioso, sino también su matrimonio con Leona. Era consciente de que había una razón que no le era conocida pero que era la causa de que su unión provocara tanto sufrimiento a Vil, quizá que quería encontrar a su pareja sin ayuda del destino (o lo que fuera que los juntó). No tenía forma de saberlo, al igual que Vil tampoco podía saber que el moreno tenía sus propios motivos para no querer estar con él.

Observando al menor sin que se diese cuenta, Leona no podía evitar sentir lástima. Por él. Por ambos. Porque se hacían daño incluso cuando estaban bien. Porque nada le dolía más al león que estar bien con Vil, pues era cuando traicionaba a la persona que amaba y, suponía, Vil traicionaba a quien fuera que amase. Era evidente que, como él, Vil ya amaba a otra persona.

Eres mi Alfa y mi Omega [LeoVil || Twisted Wonderland]Where stories live. Discover now