Capítulo 12. Bajo el sol de la sabana

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La torre era más amplia de que lo que parecía a simple vista. Constaba de varios pisos con multitud de habitaciones que se dividían en dormitorios ocupados, dormitorios vacíos que empleaban para almacenar todo tipo de cosas, una biblioteca, una cocina, y tres salones. Dos de los salones eran grandes y tenían multitud de sillones y mesas para, al menos, una docena de comensales cada una. El tercero, no obstante, era muy pequeño, con un par de sillones y un sofá en el que a duras penas entraban dos personas, y una modesta mesa con cuatro sillas. Aparte de las alfombras, que estaban por todas partes, la decoración era mínima, tan solo algún que otro tapiz de vez en cuando.

Lo que más le llamó la atención a Vil fue la biblioteca, por supuesto. Era cierto que no era tan grande como la del palacio de Pyroxene, pero no tenía nada que envidiarle. La mayor parte de las colecciones que Leona tenía eran compendios de historia o arqueología, e incluso tenía una variada selección de libros en otros idiomas. El príncipe había estudiado muchas de esas otras lenguas, aunque no las practicaba de manera habitual. Algunos de esos libros extranjeros tenían requerían de un nivel muy elevado, y se preguntaba si el león de verdad era fluido en tantos idiomas distintos. Si lo era, no podía negar que estaba un poco celoso de su habilidad. Por lo demás, había alguna que otra obra de ficción, sobre todo clásicos de literatura en prosa, nada de lírica. No le sorprendía, la verdad, no podía imaginarse a Leona leyendo poesía.

Antes de que Ruggie le avisara de que la cena estaba servida para Leona y él en el salón de menor tamaño, Vil ya le había echado el ojo a un libro. Era una obra de teatro, había una gran cantidad de ellas de hecho. El rubio ya la había leído, pero nunca en el idioma original, que era como la tenía el moreno.

Vil no había leído un libro con romance desde que todo este asunto comenzó, todas las historias que antes habían hecho a su corazón acelerarse ahora se le antojaban amargas porque sabía que nunca podría tener algo así. En su lugar, se había volcado en intentar encontrar algo de información que le ayudase a romper el vínculo con el alfa sin salir perjudicado, lo que no había llegado a ninguna parte. Sin embargo, en esos momentos le apetecía leer una historia de amor.

Esta era una comedia sobre una joven que se vestía de hombre y actuaba como intermediaria entre un duque y su amada, pero ella se terminaba enamorando del duque y la amada se enamoraba de ella sin saber que era una mujer. No estaba muy seguro de qué le había llamado la atención de esa obra tan concreta, pero era un alivio saber que podía volver a disfrutar de las historias que adoraba antes de este caos.

Cuando llegó al salón con el libro en sus manos, Leona ya estaba sentado a la mesa esperando por él.

-Veo que ya hay algo que ha captado tu interés -comentó el felino, señalando el libro con la cabeza-. Tengo todas las obras del autor si te gusta, todas en el idioma original.

-No me imaginaba que tuvieras un gusto tan refinado para la lectura, lo admito. Aunque no tienes todas sus obras, te faltan sus sonetos.

-¿Te gusta la poesía?

-De vez en cuando -se encogió de hombros Vil-. Me gustan los poemas de amor.

-¿Sabes? Para tener la fama que tienes, eres inesperadamente romántico.

-¿Qué demonios significa eso? -inquirió el menor entre risas, ni siquiera sabía por qué le había hecho gracia.

-No sé, tienes toda esta fama de ser frío y distante como un puto carámbano de hielo, pero luego resulta que te gustan los poemas de amor y lees cuentos infantiles sobre príncipes, princesas y caballeros andantes. Me esperaba otra cosa.

-Ya, yo también esperaba otra cosa.

-¿Como qué? Porque rumores malos de mí hay unos cuantos en circulación -rio Leona, no dándole importancia al asunto.

Eres mi Alfa y mi Omega [LeoVil || Twisted Wonderland]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang