ꕤ 𝑸𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒐 𝑯𝒖𝒔𝒃𝒂𝒏𝒅𝒐 [𝑪𝒉𝒂𝒓𝒂𝒄𝒕𝒆𝒓 𝒙 𝑹𝒆𝒂𝒅𝒆𝒓]

𝟖𝟔. | 𝐓𝐚𝐦𝐚𝐤𝐢 𝐀𝐦𝐚𝐣𝐢𝐤𝐢 | 𝐁𝐨𝐤𝐮 𝐧𝐨 𝐡𝐞𝐫𝐨 𝐚𝐜𝐚𝐝𝐞𝐦𝐢𝐚

Dedicado: _skycat_

Título:
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| •  S ó l o  B é s a m e  • |
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—¿Puedo darte un beso?

El apacible silencio que merodeaba en el compartido ambiente de una juvenil pareja heroica se vió repentinamente perturbado ante la suave formulación de aquella vergonzosa propuesta.

Las mejillas de un conmocionado adolescente fueron abrumadas por una apetecible coloración rojiza de intensa tonalidad llamativa. Orbes relucientes que presentaban la profundidad de un abismo interminable; contemplaron con un brillo de inquietud el apenado rostro de una muchacha visiblemente sonrojada.

Sus temblorosos dedos femeninos jugueteaban entre sí para mantener un control sobre sus desbordados nervios notorios. La joven dama procuraba desviar la atención de su tímida mirada de aquellas facciones varoniles firmemente marcadas en la faz del contrario avergonzado en un desesperado intento de conservar su reunido valor en los adentros de su estremecido cuerpo.

—¿Q-Qué? —de los finos labios masculinos surgió una voz titubeante de avergonzado tono confundido.

Apretando su blanquecina dentadura en el interior de su boca, que permanecía sellada con evidente firmeza, donde los femeninos labiales carnosos formaban una insegura mueca en línea recta, la doncella terminó llevando su visión hacía la superficie del solitario pasillo en el cuál sus figuras juveniles se encontraban plantadas. El mirar de la fémina encontrándose con su pulcro calzado indudablemente petrificado.

—Sí, bueno, quiero decir… —tomó una profunda bocanada de aire, preparándose para el proseguir de sus argumentos —. Llevamos unos meses saliendo y, en todo ese transcurso de tiempo, nunca nos hemos besado. —ligeramente avergonzada debido a su propia osadía, terminó removiéndose en su lugar con cierta vacilación.

Permaneciendo sumido en un sofocante silencio, el carmesí que invadía sus pómulos extendiéndose vigorosamente por cada rincón de su rostro apenado, aquel destacable joven héroe se mantuvo oyente para la determinada muchacha que exponía sus intereses.

—Así que, quisiera saber si… —realizó una breve pausa entre sus palabras —. ¿Podríamos intentarlo? —depositó su resplandeciente mirar en el ruborizado rostro de su tímida pareja. Topándose con aquellas oscuras joyas que se sacudían en el interior de sus cuencas.

Con aquella inesperada solicitud de la fémina expectante, los redondeados orbes de la joven admirando la timidez resaltante de su avergonzado novio, el muchacho que poseía hebras azabaches percibió como su rostro elevaba su temperatura ardiente. Dejándose a entender el evidente aumentó de su rubor cuál madurada manzana apetecible.