ꕤ 𝑸𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒐 𝑯𝒖𝒔𝒃𝒂𝒏𝒅𝒐 [𝑪𝒉𝒂𝒓𝒂𝒄𝒕𝒆𝒓 𝒙 𝑹𝒆𝒂𝒅𝒆𝒓]

𝟑𝟖. || 𝑺𝒂𝒃𝒂𝒌𝒖 𝒏𝒐 𝑮𝒂𝒂𝒓𝒂 || 𝘕𝘢𝘳𝘶𝘵𝘰 𝘚𝘩𝘪𝘱𝘱𝘶𝘥𝘦𝘯.

Dedicado: AlexGarcia212

Título del One-Shot:

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》•   M I S T E R I O S A   C A L I D E Z   •《

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Advertencia: Ligeros cambios o añadidos. Escritora no recordar mucho del anime.

Una femenina voz, la cual poseía un animado tono, resonaba sin vergüenza alguna por las paredes de la oficina perteneciente al Quinto Kazekage de la Aldea de la Arena; quien era una persona importante para dicho lugar que ofrecía hogar a sus habitantes mientras que los hábiles ninjas que se habían formado en ésta le brindaban su protección. Aquella alegre voz tenía su dueña; una joven de mechones (C/c), ojos de una tonalidad (C/o) que expresaban suma felicidad al hablar sin pausa alguna, portaba una vestimenta sencilla pero no muy femenina y, por último, su piel era de un tono (C/p).

La muchacha de joven se hallaba sobre un escritorio hecho de arena con sus piernas cruzadas entre si y las manos en lo alto que se movían de un lado a otro al compas de sus palabras. Una encantadora sonrisa adornaba su rostro y sus labios con gracia mientras que un pequeño rubor se situaba en sus mejillas.

Frente a la risueña joven se encontraba un muchacho -siendo éste al parecer unos pocos años mayor que la fémina- de melena carmesí, de una tonalidad rojiza cual ladrillo color, con unos orbes turquesas que contemplaban con detenimiento a la animada chica sin emoción alguna reflejada en su mirada, con un rostro de expresión neutral hacía la dirección de la contraria, curiosamente no poseía cejas y, tal vez, si las tuviera estás fueran igual de rojizas que su cabellera y poseía una tez extremadamente pálida. El chico pelirrojo llevaba un traje que lo identificaba como aquella importante persona para la aldea, el Kazekage, y no paraba de desviar sus orbes desde algunos papeles que tenía consigo hacía la adolescente que le hacía compañía.

La mirada del joven Kazekage continuaba viajando desde sus responsabilidades hasta la figura de la joven que continuaba hablando sin parar sobre diversos temas triviales mientras el chico hacía lo posible por ignorarla y centrarse en su deber.

El muchacho volvió a centrar su vista con firmeza sobre la chica para mirarla con sumo detenimiento, una vez más, e intentar recordar porque aún no la había vuelto a lanzar desde su balcón con ayuda de su arena que obedecería cualquier orden dictada por el pelirrojo; aquella acción riesgosa era una completa locura para todos, pero, por muy extraordinario que pareciese a la joven le gustaba ser lanzada por los aires ya que nunca terminaba herida de alguna manera. Aquella arena que usaba el pelirrojo terminaba por atraparla en el aire y colocarla en tierra firme con delicadeza. Simplemente el dueño de aquella oficina la echaba de una manera brusca pero procuraba que la joven no sufriera daños.