Capítulo 21

124 24 5
                                    

Aunque Michi jamás había sentido que algo andaba mal en su familia debido a todo el amor que recibía, tanto de sus dos padres como de sus abuelos, había muchas preguntas que se arremolinaban en su cabecita de niño de seis años.

Ya le había preguntado a Yuu por qué mientras todos sus amiguitos en la escuela tenían una mamá y un papá, él tenía dos padres, y Yuu solo buscó la excusa perfecta para evitar el tema alegando que tenía mucho trabajo por hacer.

Cuando quiso preguntarle a Mikaela, este solo comentó que le explicarían ese tipo de situaciones más adelante cuando fuese el momento indicado, y le desesperaba no saber cuándo era el momento oportuno.

No le molestaba en absoluto tener dos padres. Para él, Mikaela y Yuu eran el mejor ejemplo que podría tener, y si bien esa cuestión no les causba miedo, sí les aterraba pensar que después de contarle a Michi que fue abandonado, este se sintiera triste. En algunas ocasiones incluso, pensaron que sería bueno llevarlo a un psicólogo para tratar ese tema con su pequeño, más lo postergaban aún sabiendo que era una mala decisión.

En cualquier momento, Michi tendría qué enterarse de dónde vino.

~

Lo más importante en la vida de Michirou, era su familia. Desde que era un bebé Yuu había decidido que el amor sería lo que menos le haría falta, así que procuraba darle a su hijo lo que a él le hubiera gustado recibir de sus padres. No se consideraba el mejor, pero siempre evitó alzar la voz y optar por mejor entablar conversación con su hijo, incluso con Mikaela cuando discutían. Procuraba escuchar antes de dar su opinión, y por ende, Yuu siempre sería una pieza fundamental en la vida de Michi.

Por esa razón, no se arrepentía de haber golpeado a un niño de su salón cuando se rió de su familia, diciendo que él era un subnormal por tener dos papás.

Claramente sentía curiosidad porque no sabía cómo había nacido, pero eso no le daba el derecho a nadie de intervenir en su vida y mucho menos juzgar a su familia.

Su familia era lo más sagrado que tenía.

Cuando Yuu llegó a la escuela en busca de su hijo, después de haber recibido una llamada de la directora ante la pelea, suspiró con un poco de calma al notar que Michi se encontraba físicamente bien, sin embargo era fácil para él darse cuenta de que su pequeño seguía muy molesto.

—Señor Yūichirō —saludó la profesora en cuanto vio al de cabellos negros, levantándose de las sillas frente a la dirección.

Yuu saludó a la docente con quien se dirigió dentro de la dirección y después de escuchar la situación de la pelea, agradeció a la mujer, salió y tomó la mano de Michirou para salir de la escuela.

El camino a casa fue bastante silencioso, porque Yuu quería que Michi fuera el primero en hablar de lo sucedido, más solo se mantenía con sus bracitos cruzados y el ceño fruncido.

A mitad del camino, Yuu suspiró dando unas palmaditas en la cabeza de su hijo.

—¿Por qué no le cuentas a papá lo sucedido? —pidió el mayor, a lo que el niño bajó los ojos un poco tímido.

No le importa ser regañado, pero no quería herir los sentimientos de su padre.

—Es que... Shu me molestaba. ¡No quiero verlo nunca en mi vida! —exclamó moviendo sus manitas con evidente exageración, aunque decía la verdad.

—Amor, no puedes pelear con los demás, Mika y yo no te hemos enseñado eso, ¿O sí?

—¡Es que él es malo! —admitió al punto de las lágrimas—. ¡Es malo, y grosero, y un tonto, y no me agrada!

Yuu se dedicó a sobar la espalda de Michi mientras lo escuchaba quejarse de ese niño, odiando escuchar así de sensible a su pequeño.

No quería castigarlo. Pensaba que era suficiente con explicar lo que estaba mal y hacerlo ser consciente de cómo debía actuar si se daban situaciones así en el futuro, así que se dedicó a hablar con Michi hasta que llegaron a casa, mucho más temprano de lo normal.

Afortunadamente, Yuu trabajaba desde casa, así que no había tenido problema con ir por Michi en cuanto le llamaron.

—Papá —abrazó el pequeño al más alto—. Perdón por portarme mal —sollozó—. No volveré a pelear.

Yuu se puso de cuclillas para abrazar al niño asintiendo con la cabeza.

—Eso es bueno, amor. No te pelees con otros, no es la manera correcta de solucionar los problemas —murmuró besando su frente—. ¿Ya me contarás lo que sucedió?

Michi hizo un tierno puchero, lo que le causó un vuelco en el corazón a Yuu, así que de forma inevitablemente volvió a abrazar a su hijo. No entendía cómo era posible amar tanto a un niño como si de verdad fuera tu hijo.

Al pasar a casa y escuchar la situación, el corazón de Yuu se volvió pesado, quiso desaparecer en ese momento y no tener qué darle explicaciones a Michirou, porque incluso si en ese momento no le preguntó nuevamente por qué tenía dos padres, sabía que tendría qué decírselo.

—Amor, todavía eres muy pequeño y hay cosas que a veces son difíciles de comprender a tu edad. Por esa razón, en este momento solo quiero que sepas que eres lo más importante en mi vida, te amo tanto como no te imaginas —susurró con voz suave—, te amo sin importar nada y lo seguiré haciendo pase lo que pase y seas quien seas, siempre.

Michi no dijo nada, solo se dejó abrazar por su padre que parecía que en cualquier momento podría llegar a romperse. Al final de cuentas, había algo en su pecho que le provocaba una sensación de intriga que no le gustaba, pero esa oración, le hizo saber que siempre podría confiar en Yuu, y que Yuu jamás en la vida lo abandonaría.

Una familia para Michirou Where stories live. Discover now