Capítulo 7

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Desde lo pasado en la graduación de Mika que ambos chicos no se veían.

Y Yuu se sentía terrible por ello.

Si bien, su mejor amigo le enviaba mensajes, y sabía que no podían hablar en persona debido al trabajo de Mika, dolía no verlo.

Quería hablarle.

Quería ver sus bonitos ojos azules.

Quería abrazarlo y decirle que lo quería, aún si Mika lo tomaba a un querer de amigo a amigo.

Pero no podía ser dependiente de la presencia del rubio.

Tenía que concentrarse en su pequeño y salir adelante con este.

Michi tenía alrededor de siete meses, y Yuu estaba orgulloso de su pequeño; era un bebé tan tierno.

Y le salvaba de aquella soledad que sentía; llenaba el vacío de una familia que le había abandonado.

Por eso quería tanto a Michirou.

Pero no comprendía por qué le habían dejado a la deriva, y peor aún en aquel lugar en donde lo encontró, solo y desamparado.

Solo era un pequeño sin poder sobrevivir por sí solo.

Yuu sentía un horrible rencor hacia la persona que había abandonado al pequeño.

Pero él se encargaría de demostrarle a Michirou que no estaba solo, que podía confiar en él, que sería su figura faterna y que lo amaría como se merecía.

~

Yuu salió de su trabajo realmente cansad, pero feliz debido a que salió un poco más temprano que de costumbre.

Podían pensar que era algo bastante sencillo, pero no era así. También había reglas, también se debía de ser, en cierta forma, responsable. Y era bastante vergonzoso si aún no te acostunbrabas a ese estilo de vida.

Pronto, divisó una cabellera rubia caminar por las calles de la ciudad. Se extrañó de ello, pero se acercó, llamando al dueño de aquel suave y brillante cabello.

—Yuu-chan —murmuró el ojiazul al escuchar su nombre ser pronuciado.

—Hola —le sonrió levemente.

—¿Cómo has estado?

—Bien, ¿y tú? ¿qué tal el trabajo?

—Es algo cansado, a veces me desvelo, o a veces llego más temprano para acabar mis deberes a tiempo. Como ahora —rió a lo último—. Por eso no hemos podido salir. Lo siento.

Yuu negó con la cabeza, regalándole una sonrisa comprensiva.

—Entiendo que estés ocupado y cansado. No te disculpes.

Mika sonrió y le pidió al azabache con un gesto de cabeza que le siguiera.

Caminaron en silencio un par de minutos hasta que llegaron al lugar en donde Mika había decidido trabajar.

—¿Cómo está Michi? —cuestionó de repente, mirando a Yuu, alegre de haberlo encontrado en ese momento.

Ambos se dirigieron a la oficina del rubio, en donde Mika tomó dos vasos de unisel y los llenó de agua caliente para posterior a ello agregar café y azúcar.

—Está bien, se le notan un poco más los dientes —sonrió admirando a Mika mezclar las bebidas.

—Necesito ir a verlo —admitió dejando un vaso frente a Yuu—. Tiene más azúcar el tuyo.

El ojiverde rió levemente bebiendo el contenido. Sabía exactamete tan dulce como le gustaba.

—Yuu-chan...

—¿Si?

—E-eh... De verdad siento que no haya ido a verte en estos últimos días.

Porque le había estado evitando, pero no quería decirle eso. Sabía que lo haría sentir mal.

—Está bien —susurró vendo sus manos con su vasito—. Sé que tienes responsabilidades, y ahora que eres profesionista más.

—Lo siento.

—Ya deja de disculparte, idiota. Aún si nos dejamos de ver un año entero, no dejarás de ser mi mejor amigo —rió levemente, entrecerrando sus ojos ante el gesto, mirando fijamente a Mikaela.

Por otro lado, el mayor no pudo evitar sonreír a más no poder, pero había sentido cierto dolorcillo en su corazón ante el comentario.

—Te quiero, Yuu-chan.

—Yo también te quiero.

Yuu se levantó.

—Tengo que ir por Michirou. ¿Nos vemos luego?

Mika asintió, y ambos se despidieron con la mano.

¿Por qué comenzaban a nacer sentimientos por Yuu que no entendía en absoluto?

Recordó cuando eran unos prepubertos, y creyó que le gustaba Yuu.

Pero se había convencido que no era más que mero cariño por su mejor amigo.

Siempre habían sido tan unidos.

Era eso, se convencía a sí mismo, mirando detenidamente la puerta por donde Yuu había salido.

Yuu era su mejor amigo, era normal alegrarse de verlo o extrañarlo tanto.

Solo lo quería como a un hermano.

~

Yuu corrió con todas sus fuerzas a la casa de Shinoa.

Podía causar que su amiga llegara tarde a su trabajo si no se apuraba, pero debía admitir que había tenido un bonito momento con Mikaela.

Aunque estaba bastante extraño desde aquella vez en su graduación.

Yuu, si fuese el de hace varios años, hubiese intentado llegar al corazón del rubio. Pero ya hace bastante tiempo que se había rendido.

A Mika le gustaban las mujeres.

Había tenido una bonita relación con su ex. Y si bien, habían terminado de la nada, el azabache sabía que le había gustado aquella chica.

Él sabía que Mika nunca se había enamorado, pero no quitaba el hecho de que le gustaban las chicas.

Le gustaba la anatomía femenina, las voces dulces y agudas. Le gustaba el cabello largo y las pestañas largas y rizadas.

Y a veces se veía en el espejo, y veía sus facciones deseando tener una piel más suave o pensando en si era buena idea dejarse crecer el cabello.

Pero aún así, tenía en cuenta que era muy difícil que Mika se fijara en él.

Decidió apartar esos pensamientos de su cabeza una vez que estuvo frente a la casa de su amiga pelipúrpura.

Tocó la puerta y segundos después salió Shinoa ya arreglada y con Michirou en brazos.

—Yuu, supuse que eras tú —sonrió.

—Claro que era yo, ¿quién mas tocaría tu puerta tan temprano?

La chica rió levemente, platicaron de manera breve y Shinoa se fue a su trabajo mietras que Yuu se dirigía a su casa.

Necesitaba descansar y recordarse a sí mismo que Mika y él siempre serían amigos, por más que su amor por él creciera cada vez más.

Debía admitir que odiaba amarlo de esa manera.

Odiaba ser su mejor amigo y conocerlo tanto como para saber cada secreto suyo, cada manía suya, cada defecto y cada virtud. Y odiaba haberse permitido enamorarse de esa manera de él.

Una familia para Michirou حيث تعيش القصص. اكتشف الآن