Capítulo 11

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—¿Q-qué ha sido eso? —pidió saber el azabache, mirando estupefacto a su mejor amigo, cubriendo su boca con ambas manos mientras sus mejillas se encontraban enrojecidas a más no poder.

No sabía ni siquiera lo que sentía. Había sido algo tan inesperado que se alejó por la sorpresa. No deseaba que Mika pensara que le había desagradado, porque le agradó sentir aquello. Sin embargo, Mika solo era su mejor amigo... Temía que por aquel incidente dejasen de tener comunicación alguna.

Mika por su parte, se encontraba más avergonzado que Yuu. ¿Por qué le había besado?, quizá aquel día en el que Yuu le besó a él solo había sido un sueño.

—Un beso...

Un silencio incómodo se formó entre ambos, hasta que Michirou empezó a quejarse un poco. Yuu salió de la habitación para preparar el biberón del pequeño, por lo que Mika lo cargó arrullándolo intentando calmar su desbocado corazón y su inseguridad en aquel momento.

Minutos después el azabache de ojos verdes ingresó en la habitación y sin mirar a su contrario le extendió el objeto entre sus manos por lo que el ojiazul procedió a alimentar al bebé entre sus brazos.

Yuu dejó salir un pequeño suspiro frustrado, revolviendo su rebelde cabello negro.

—Así que te diste cuenta de lo que hice hace días.

A pesar de que sonó a una pregunta, fue una afirmación por parte del azabache.

—Sí. Lo hice.

—Lo siento.

—No me molestó. Lo acabo de hacer en este momento.

Fue en ese momento en el que Mikaela se animó a voltear a ver a Yūichirō. Aunque el último solo miraba sus pies, un poco distraído, sin saber lo que pasaría a partir de ese momento.

—Sí, pero no podemos hacerlo. Somos amigos, los amigos no se besan. Ni siquiera los mejores amigos.

—¿Te molestó? Porque en primer lugar fuiste tú quien lo hizo antes.

Sus cejas claras se juntaron, aquello le había molestado y ciertamente le dolió un poco. Si bien Yuu tenía razón, también estaba el hecho de que rozó sus labios con los suyos, por lo que algo más allá de la amistad debía significar.

—¡Pero pensé que! No creí... Es solo...

Sus miradas se cruzaron, verde y azul, mezclándose.

Yuu no sabía qué decirle, y temió por la mirada iracunda que le regalaba su mejor amigo.

—Mika... No quería que supieras. Es diferente.

—Entonces no debiste de hacerlo.

—Lo sé. Lo siento.

—Deja de disculparte Yuu, lo hiciste, ya pasó. Lo olvidaremos, así lo quieres, así será. Hagamos entonces que nunca pasó. Y no grites otra vez, Michi empieza a quedarse dormido.

No pudo evitar rodar los ojos ante el comentario del rubio. Cuando se enojaba de esa manera era un idiota, según él.

—Bueno, dime por qué me besaste.

—No te besé. Nunca pasó, ¿recuerdas?

—Mika, por Dios —se dejó caer en la cama, claro, con cuidado de no mover a Mikaela y provocar algún incidente con su bebé—. ¿Qué quieres que te diga? No sé por qué lo hice. Solo... Te veías tierno, me dio curiosidad...

—¿Soy entonces un juguete?

—Ya, no seas imbécil. No lo eres, no quise decir eso.

Mika suspiró, y el silencio volvió a reinar, hasta que Michi terminó de comer. Mika colocó en su hombro la cabecita del pequeño empezando a dar palmaditas en su espalda hasta que repitió. Lo acostó donde hace un momento y se levantó.

—Hablemos claro, Yuu —pidió, observando la frustración del mencionado que se escondía entre las palmas de sus manos.

—¿Exactamente a dónde quieres llegar?

—Solo te pido que seas sincero. No te entiendo, no en estos momentos. Y tampoco me entiendo a mí.

—No quieres saber la respuesta de por qué te besé, te lo aseguro.

El rubio negó con la cabeza, y se posicionó frente a su mejor amigo.

—Dime por qué lo hiciste.

Yuu no se atrevió a fijar su mirada en la de su contrario. No quería confesarle todo eso que sentía, ni deseaba perderlo.

—Hagamos algo, te diré por qué te besé, y después tú me lo dirás a mí.

Fue esa oración la que logró que Yuu conectara al fin sus ojos con los del mayor, ansioso y asustado por lo que saldría de los labios de Mika.

—Está bien... —murmuró inseguro.

Por su parte, Mika se tomó su tiempo, ordenando sus pensamientos y eligiendo las palabras adecuadas.

—Tenía ganas de besarte. Me ha pasado varias veces, pero me daba miedo por lo que pudiese pasar si lo hacía. Solo... No pude resistirlo.

Yuu parpadeó varias veces, e incluso ladeó su rostro, acto que enterneció de sobremanera a Mikaela.

—¿Has querido besarme en otras ocasiones?

Mika asintió con la cabeza.

—No me cambies de tema. ¿Por qué me besaste tú?

La mirada llena de miedo y tristeza que reflejaba Yuu le hizo sentir pésimo al mayor. Tomó sus manos, apretándolas un poco, guardando silencio para no interrumpirlo y que hablase sin excusa.

—Mika... ¿Qué pensarías de mí si te digo que me gustan los hombres, y no las mujeres?

Aquello sorprendió al mencionado, quizá es por ello que Yuu había sido soltero toda su vida.

—Nada malo. Es normal, Yuu-chan. ¿Te gustan los hombres?

El mencionado asintió con la cabeza, y Mika apretó aún más las manos de su mejor amigo, pues parecía que en cualquier momento se echaría a llorar.

—Me... Me imaginé en varias ocasiones decirte esto, me lo imaginé de millones de maneras y de formas distintas, pero nunca pensé en que realmente lo haría —tomó una bocanada de aire y la soltó lentamente para canalizar sus nervios—. Me gustas, Mika. Me gustas mucho, más de lo que deberías. Y... Siempre he querido besarte. He tenido muchas más oportunidades para hacerlo, pero no lo hacía porque, ¿quién besa a su mejor amigo?, de hecho, ¿quién se enamora de su mejor amigo? Lo siento, no puedo evitar sentir esto por ti, no pude hacerlo, pero sí puedo disimularlo, así qu-

Mika no le dejó terminar, lo jaló, y decidió volver a unir sus labios. Aquello había dado muchas explicaciones, y se sintió una mierda por no haberse dado cuenta desde antes. Pero Yuu tenía suerte de que Mika le quisiera tanto, que enamorarse de él fuese la cosa más sencilla del mundo.

Si Yuu hubiese confiado más en sí mismo, Mika hubiese sido su novio desde hace mucho tiempo atrás.

Pero si lo hubiese hecho así, Michi no estaría en ese momento dormido y tranquilo, no hubiese llegado a sus vidas siquiera.

Una familia para Michirou Where stories live. Discover now