Capítulo 23

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La carita de emoción que gesticuló Michi cuando descubrió cómo se encontraba ordenada su casa, hizo olvidar a Yuu por un momento que había algo que preocupaba a su novio, y que también le provocaba ansiedad.

Aunque durante la mañana Mikaela parecía un poco forzado en demostrarse feliz, haciendo el desayuno para Yuu y diciéndole cuánto lo quería, todavía había algo en su pecho que le molestaba de sobremanera.

Mientras Michi corría al trampolín que había rentado donde jugaba con varios de sus compañeros de escuela con quienes se llevaba bien, Mika se colocó al lado suyo. Sostenía un vaso de soda de cereza en su mano derecha, mientras que con la izquierda abrazó a Yuu por los costados.

El azabache le miró inquisitivo. No quería arruinar el ambiente en ese momento, así que solo se recargó en el más alto.

—Michi se siente muy feliz —sonrió el rubio besando la mata de cabellos negros rebeldes de su novio.

El menor asintió con la cabeza cerrando los ojos por un momento ante la hermosa sensación que le provocaba Mikaela cuando tenía ese tipo de detalles, incluso si sabía que algo andaba mal.

—Cuando termine la fiesta, ¿Me dirás qué te tiene tan preocupado? —pidió saber Yuu apretando a su novio que había abrazado de vuelta.

Mikaela suspiró profundamente asintiendo con la cabeza, sin decir más nada.

~

—Papi, gracias por la fiesta sorpresa —sonrió Michi una vez que el azabache lo arropó cuidadosamente.

El adulto se inclinó para besar la frente de su hijo con cariño, dejando escapar una pequeña risa por la manera en la que Michi agradeció.

—No es nada, eres un niño increíble —susurró tocando su nariz, a lo que Michirou rió a la par de su padre.

—Dulces sueños, papi —murmuró con voz suave y adormilada, dejando escapar un bostezo.

—Dulces sueños, amor.

Cuando Yuu salió de la habitación, cerró la puerta con cuidado, y se dirigió a la cocina donde su novio había preparado dos tazas de té, así que se deslizó hasta la mesa en donde Mikaela llegó en seguida depositando una taza frente a Yuu y la otra frente a su persona una vez que tomó asiento.

—Hay algo que quiero que sepas por encima de cualquier cosa, Yuu-chan —comenzó el rubio tomando fuertemente la mano de su novio—. Te amo, te amo mucho mi Yuu-chan, ¿Lo entiendes? Y Michi te ama también.

Aquel comentario inevitablemente le hizo sentir muy nervioso a Yuu, sentía que lo que diría Mikaela a continuación era una situación delicada, importante, y no se equivocaba.

—Cuando encontraste a Michi, fue un veinte de septiembre, y celebramos su cumpleaños ese día, ¿No es así?

El moreno asintió con la cabeza sin siquiera percatarse de que Mika acariciaba la mano que había tomado hace un par de segundos.

—Su cumpleaños originalmente es el dos de septiembre —susurró.

Ante ese comentario, Yuu se quedó pasmado por un largo momento, abriendo sus ojos verdes por la sorpresa que sintió, y sin atreverse a hablar, pasó un largo momento de silencio.

—¿Aly es su madre? —susurró después de diez minutos reflexionando.

Mikaela asintió con la cabeza enredando sus dedos con los de Yuu, para darle a entender que ambos estaban allí, juntos, que nada cambiaría, incluso sabiendo quién era la madre de Michirou.

—Ya veo... —susurró—. ¿Ella quiere conocerlo?

—Sí.

—¿Cuándo lo verá?

La calma y el silencio de Yuu hacía sentir mucho más nervioso a Mikaela de lo que de por sí se sentía. Sabía que esa información le afectaría mucho más a Yuu que a sí mismo, porque de algún modo, Mika se sentía feliz de ser el padre biológico de Michi, sin embargo, Yuu no compartía ningún parentesco con su pequeño e incluso ahora sabía quién era su verdadera familia.

Aunque Mika seguía viendo a Yuu y a Michi como su familia, sabía que para su novio las cosas eran diferentes y siempre ponía a los demás antes que a sí mismo, lo que le preocupaba porque intuía lo que pensaba y lo que Yuu podría llegar a hacer con respecto al niño.

—Me dio su número, para llamarla y ponernos de acuerdo, pero antes quería hablar contigo.

Yuu asintió con la cabeza para darle a entender a su novio que se encontraba escuchando lo que decía.

—Uh... Yuu-chan, ella solo quiere conocerlo.

El azabache frunció el ceño por ese comentario, sin decir nada al respecto.

—Quiero hablar con ella sobre Michi —pidió.

Mikaela sabía que no era tan buena idea, sin embargo, asintió con la cabeza y después de que ambos decidieran llevar a Michi al día siguiente, terminaron su taza de té y se recostaron en la habitación.

—De acuerdo. De todos modos, quiero que sepas que le comenté a Aly cómo encontraste a Michi, cómo ha vivido, cómo ha estado y cómo lo has cuidado —murmuró Mikaela con la voz más suave y tranquila que pudiese poner—. No creo que sea buena idea que ella se haga cargo de Michi, y tampoco creo que ella lo quiera así.

—Si tiene el apoyo suficiente, podría querer... Si yo me voy, y ella permanece aquí...

—¡Yuu-chan! —llamó desesperado por ese comentario.

Bien sabía que en cualquier momento, Yuu diría algo así.

—La persona que más ama a Michi, y que Michirou más ama, eres tú. ¿Qué sentiría si te fueras de su lado?

—Michirou necesita una familia que lo ame y lo apoye de forma incondicional, todavía es un niño pequeño y puede adaptarse a los cambios mucho más fácilmente —murmuró Yuu—. De todos modos, hablemos de eso mañana, ¿Si? Me siento muy cansado.

Mikaela suspiró, sabía que Yuu no podría quitarse esa idea de la mente porque pensaba que era mejor que Michirou estuviera con su familia biológica.

Abrazó a Yuu que se reprimía en ese momento para no llorar, y no preocupar a Mikaela, pero ninguno de los dos pudo dormir esa noche.

Una familia para Michirou Where stories live. Discover now