Capítulo X

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La imagen de su madre y Alexa, de repente se turbó, desapareciendo después. Pestañeó aturdido, confuso por el ardor que padecía en su mejilla quemada.

—Lo siento por la bofetada.

Reconoció a la chica ante él. Sus ojos oscuros lo detallaban con grande preocupación y una de sus manos permanecía alzada a un lado de su rostro quemado, dudando en sí debía o no tocarle, pues temía cómo pudiera reaccionar.

Oliver permaneció quieto, con los orbes fijos en la desconocida que se mantenía alerta. El cuerpo ajeno manifestaba temblores, que Oliver no relacionaba con el frío que allí se inspiraba. Recordó entonces el cuchillo, el que continuaba tirado sobre la nieve. Su filo resplandecía y Oliver no pudo evitar revivir el dolor que él se había causado en su muñeca. La herida palpitaba.

—Hey.

Él alzó la mirada y observó sus labios arrugados, llenos de preocupación y desconcierto.

—Vamos. Ven conmigo —mencionó ella con ternura.

Oliver sintió que un nudo se le formaba en la garganta en el momento que ella extendió una de sus manos ante sus ojos. Era la primera vez que alguien le hablaba con semejante tranquilidad. Nunca nadie le había dirigido una mirada como la suya.

Una ilusión. De eso se trataba todo aquello, así le susurró su consciencia.

—Por favor —le rogó ella y él estremeció al percibir la presión que la mano de la desconocida ejerció en su antebrazo.

La mano de la chica estaba allí, tocándole, dándole a entender que no era un invento de su cabeza. Estaba viva. En verdad estaba allí, preocupándose por él.

—Se cree que eres la víctima.

Alexa no se presentó ante sus ojos, pero su voz fue suficiente para que él entrara en razón. La quemadura en su rostro le hacía verse como una víctima, pero aquella era una vil mentira.

—Vete —pronunció con tosquedad, haciendo que los ojos ajenos le miraran atónitos de estupefacción.

Sus dedos aflojaron la presión que ejercían alrededor del antebrazo de Oliver, pero no demoró en reforzarse, dando a entender que no se daría por vencida.

—No me iré si no vienes conmigo —Le hizo saber ella de modo tajante, sin ningún titubeo que importunara su voz.

—Vete —repitió él con crudeza, sin hacer amago de mirarla.

—No dejaré que te hagas daño —insistió sin dejar que su frialdad le amedrentara.

Oliver buscó su semblante una vez más, y en aquella ocasión, no halló cualquier señal de duda ni de temor.

La nieve descendía con lentitud y al margen de las montañas, el sol comenzaba a surgir, batallando contra las gruesas nubes que insistían en cubrir el cielo totalmente. Oliver se quedó apegado a aquella imagen, padeciendo un extraño presentimiento, mientras ignoraba los esquiadores que descendían y se veían tentados en observarlos.

Cuando volvió a centrarse en aquella chica, supo que estaba dispuesta a delatar sus intenciones y con ello hacerle desistir. Delatarle significaría ocasionarle problemas a su tía, y aquello no era ni por asomo lo peor. Ningún hospital tenía conocimiento ni de su intento suicidito ni de las marcas presentes en su cuerpo, y teniendo en cuenta el historial de su madre, estaba seguro que señalarían a su tía como culpable. Solo entonces, por temor a terminar presa, su tía trataría de revelar el rostro del verdadero culpable. No. No podía dejar que supieran de Alexa. Ya suficientes estragos habían causado en su vida. No merecía más.

Por favor, mátame o ayúdame [Completa]Where stories live. Discover now