Capítulo XXV

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Oliver pulsó el botón para llamar al ascensor, pero optó por subir por las escaleras, porque de ese modo tardaría más en encontrarse con su tía. Ya era tarde, pero estaba seguro de que ella se levantaría en cuanto escuchara la puerta abrirse y le daría una reprimenda.

Aunque quizás no lo haría, porque era un hecho que le había dejado irse con Abby. Él sabía que su tía quería deshacerse de él, pero tal vez, por algún motivo, su tía decidiera prohibirle volver a verla y esa posibilidad le causó pánico, por lo que miró el móvil que tenía apretado entre las manos. Siempre que lo tuviera, podría llamar a Abby y ella vendría a ayudarle.

Se aferró a ese pensamiento y siguió subiendo escalones.

Cuando llegó a su planta, se detuvo frente a la puerta del apartamento y se quedó mirándola por un rato, hasta que por fin se aventuró a entrar.

Por suerte, su tía no se encontraba en casa ni regresó en toda la noche.

***

La noche fue una tortura para él, consiguió conciliar el sueño varias veces y en todas esas veces despertó angustiado por un mal sueño. Pese a todo, había logrado mantenerse medianamente tranquilo gracias al consuelo que le transmitía el celular que apretaba con la mano derecha. Hasta que se volvía dormir, iba encendiendo la pantalla para poder el número de Abby grabado en la agenda. Era el único número grabaddo, y era el único que necesitaba.

Se alistó antes de las seis y media y hasta casi las ocho permaneció sentado en el borde de la cama mirando y repitiendo en su cabeza el número de Abby.

Cuando quedaban apenas diez minutos para la hora señalada, un resplandor ocupó su rostro que se mantuvo hasta que abrió la puerta del apartamento y la voz de su tía surgió a su espalda.

—Buenos días, Oliver.

Oliver sintió que la expresión se le tensaba cuando se giró y se encontró con el rostro de su tía. La sola idea de que le prohibiera salir le causó una angustia terrible.

—Te he dejado unas tostadas y un vaso de leche con chocolate en la cocina, no te marches sin comer. Que te lo pases bien.

La mirada de Oliver siguió la figura de su tía en cuanto se alejaba hasta que desapareció después de girar en la esquina del pasillo. Oliver tenía el presentimiento de que iba a regresar y le prohibiría salir, pero se equivocó, su tía no regresó.

Era un hecho, su tía no le quería, y aunque ya lo sabía, no pudo reprimir una expresión de angustia.

Estaba por desmoronarse, hasta que Abby surgió en su pensamiento. Fue su existencía la que le hizo caminar derecho hasta la cocina, tomar el desayuno y salir del apartamento.

—Ah, perdona...

Oliver dejó de mirar la hora en el celular y buscó la dueña de aquella voz. A tres escalones de altura, estaba una adolescente a la que no había visto en su vida.

—Acaso... ¿Eres Oliver?

La joven estaba nerviosa e incómoda, sus pupilas se movían de un lado a otro, cayendo de vez en cuando en el rostro de Oliver y no dejaba de balancearse sobre la punta de los pies. Por su parte, Oliver evitó mirarla, pero llegó a toparse con su cabello negro de un liso impecable que le llegaba por debajo de los hombros y sus ojos grandes y color marrón.

No quería asentir, pero solo hizo porque tenía prisa porque Abby ya debía estarle esperando.

—Vaya...

El asombro en la expresión de la desconocida le causó una tremenda ansiedad. Trató de meditar a fondo acerca de ella, pero por más que estrujaba el cerebro, no reconocía aquel rostro.

Por favor, mátame o ayúdame [Completa]Where stories live. Discover now