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Agudizó el oído para captar de dónde provenía el ruido. No parecía ser del segundo piso, se escuchaba más alejado. Posicionó la mano en su arma de servicio y dio unos pasos hacia la escalera. Se detuvo al escuchar la queja de Minki desde afuera.

—Jefe —decía en broma—, ya los llamé y dicen que en dos horas, están ocupados con un asesinato en...

Sungguk se apresuró hacia la entrada y colocó su dedo sobre la boca para mandarlo a callar. Minki captó de inmediato y se acercó con las radios portátiles en las manos. Le entregó una para que la enganchase en el cinturón.

—Hay alguien más en la casa —susurró Sungguk—. Debe estar arriba.

—¿El asesino está ahí dentro? —jadeó Minki con los ojos abiertos de par en par.

—Eso no lo sé —lo reprendió Sungguk—, pero hay alguien. Minki asintió y también llevó la mano al arma de servicio.

—¿La saco?

—No, solo mantente atento, vamos a explorar el primer piso para ver si está despejado o...

—¿Crees que haya dos personas? —musitó—. ¿No deberíamos llamar a los refuerzos y esperar a que lleguen? Si me pasa algo hoy, Jaebyu morirá de tristeza. Hoy es nuestro cuarto aniversario y debía llegar temprano a casa, generalmente me prepara una cena y...

—¡Concéntrate! —lo interrumpió—. Además, podría ser un gato.

Un gato muy gordo para hacer crujir la madera de esa manera, uno de por lo menos cincuenta kilos.

—Debería llamar a Jaebyu.

—Solo vamos, Minki.

Esta vez ingresaron con pasos más suaves y sigilosos. Sus miradas recorrieron cada esquina de la casa, también abrieron las puertas para revisar dentro de: alacena, muebles lo suficientemente grandes como para esconder a alguien, cocina, baño, sala de estar, comedor.

Todo estaba despejado.

Sungguk apuntó al segundo piso, Minki asintió y ambos subieron. Arriba había un pasillo y tres puertas, dos a la izquierda y una a la derecha. Minki se fue a la izquierda, por lo que Sungguk abrió la que le correspondía alzando su pistola.

Nadie.

Era un cuarto. Una gran cama de fierro de dos plazas con faldón con volantes, muy anticuada para la época. Dos veladores y un escritorio que daba hacia la ventana; Sungguk notó que el techo del patio tapaba la mitad de ella. ¿Quién pediría un tejado que cubría parte de la ventana?

Entonces fue cuando lo escuchó una vez más.

Una pisada sobre su cabeza.

Salió al pasillo, Minki había revisado una de las puertas, pero todavía le faltaba otra. También miraba al techo.

—Es una habitación de un niño, Sungguk —explicó en un susurro.

¿Vivía un niño en la casa? ¿Pero dónde?

Su mirada se clavó en la trampilla. ¿Se encontraba encerrado ahí? ¿Un niño llevaba abandonado en esa casa más de una semana?

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora