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Cargando en los brazos a Jong Sungguk, ojeroso y cansado por llevar días enfermo, Sehun observaba con atención la reacción ansiosa de Moon Minho. Ubicado en el sofá de la casa, se retorcía tan fuerte las manos que las articulaciones resonaban con cada movimiento.

—No fue un accidente, ¿cierto? —Minho se quedó paralizado contemplando el suelo—. Sungguk no se te escapó, fuiste tú quien lo llevó ese día al parque.

Minho inspiró entrecortadamente, porque si bien era capaz de ocultarle información, no podía mentirle a Sehun. El peso de la culpa siempre era mayor a sus deseos de mantener algo en secreto.

—Lo siento.

—¿Por qué lo hiciste? Intentó mentir, no pudo.

—¿Qué pretendías, Minho? —insistió Sehun.

Seguía sin responder, se encogió más y más en el sofá.

—Sungguk podría haber contagiado a esos niños en el parque. Pero a eso Minho no le importaba realmente, no cuando recordaba la expresión de Moon Daehyun cuando apareció en el parque. No podía importarle cuando todavía recordaba a Daehyun acercándose con timidez a los juegos, demasiado introvertido para hacer algo más que seguir a los niños y repetir lo que el resto hacía. Minho no lograba olvidar los ojos anhelantes y desesperados de Daehyun mientras Sungguk se le acercaba tras verlo caer y lastimarse las rodillas. Así que el mundo podía llamarlo egoísta, porque a Minho no le importaba que esos niños pudiesen salir afectados con tal de ayudarlo. Por eso permaneció en silencio.

Sin embargo, cuatro días más tarde, Minho comenzaba a arrepentirse de no haberle confesado la verdad a Sehun. Al séptimo día, con Sehun paseando por la sala de la casa hablando con alguien por teléfono, Minho se mordía una vez más las uñas hasta hacerse daño. Los ojos ardientes y su pierna inquieta se movían al ritmo del reloj de la cocina.

Tik, arriba. Tok, abajo. Y de nuevo.

—Llegó otro niño al hospital contagiado por meningitis —informó Sehun, dando un suspiro cansado y agobiado—. Con este van seis.

—Lo siento.

Sehun se calmó antes de continuar.

—¿Cuántos niños había ese día en el parque?

—Seis —mintió.

—¿Solo seis? —dudó antes de asentir—. ¿Estás seguro? Por supuesto que no.

Minho mentía.

Nunca fueron seis, eran siete y ese séptimo niño debía enfermar lo suficientemente grave para no que existiese más opción que ser llevado al hospital. Solo que eso no estaba ocurriendo.

—¿Cuál es la probabilidad de que un niño que haya jugado con Sungguk ese día...? —su voz enmudeció de golpe—. ¿No esté contagiado?

La expresión de Sehun se paralizó por la sorpresa.

—¿Qué hiciste, Minho?

—Yo solo... solo quería ayudarlo.

—La meningitis puede ser mortal, Minho —musitó Sehun negando con la cabeza a la vez que iba hacia la puerta y agarraba su maletín. Se detuvo en la entrada—. No puedo creer que hayas hecho algo así.

El dolor era agudo y punzante, y a la vez se propagaba por todo su cuerpo paralizándolo en ese sofá.

—Ella debía llevarlo al hospital —balbuceó.

Sehun alzó la vista hacia el cielo. Luego, la puerta se cerró tras él. Cuando días después Sehun regresó y le contó que Daehyun había perdido la audición, Minho creyó que volvía a morir. Era la misma sensación desesperante que sintió la primera vez que un hombre ingresó a su cuarto en los laboratorios y la misma cuando el último de ellos abandonó su cama.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora