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Jong Sungguk tenía siete años cuando su madre se marchó de casa. Mientras mantenía las manos sobre su regazo, ella se colocó en cuclillas frente a él para que sus miradas quedasen a la misma altura. La caricia en su cabello se sintió como una brisa ligera de primavera. Su hermana, Suni, estaba sentada a su lado con expresión enojada, no miraba a Yejin a pesar de los intentos de ella para captar su atención.

—Regresaré pronto, solo estaré en Busan un tiempo.

Sungguk no entendió que esas palabras fueron realmente una mentira hasta que el «regresaré pronto» se transformó en meses y después en años. Yejin nunca regresó a vivir con ellos. Las ocasiones en que la vio tras su partida se podían contar con los dedos de una mano. Asistió a su octavo y noveno cumpleaños, al décimo Sungguk se quedó esperándola en la casa de su abuela, hasta que la vela de su pastel se consumió por completo.

Una década después de ese mal recuerdo, Sungguk volvía a encontrarse sentado en la cabecera de la misma mesa donde esperó a su madre por horas. Nuevamente esperaba a alguien. Y a pesar de que ahora era un joven de veintiún años, continuaba sin procesar por completo la situación. La esperanza de que Moon Daehyun apareciese por la puerta sonriendo, tímido y avergonzado, persistía en él. Se sintió, otra vez, como el Jong Sungguk de diez años que observaba cómo la vela en su pastel se derretía sobre la crema: pequeño e insignificante, el monstruo de inseguridades se aferraba a su espalda a la espera de devorarlo.

Tragó saliva, Suni estaba ubicada tras él con las manos sobre sus hombros brindándole consuelo. Sungguk no podía quitarse del pecho ese presentimiento de que, la próxima vez que viese a Daehyun, este se presentaría al igual que su madre: embarazado.

Todavía se recordaba con el uniforme del colegio sucio por escalar un árbol, mientras observaba el estómago hinchado de Yejin. A nueve años de aquello, Sungguk acarició su atuendo de policía. Sacudió la cabeza para dejar ese recuerdo donde le correspondía estar: en el pasado. No, él no iba a pasar por eso otra vez. Desesperado por estar sentado mientras Moon Daehyun continuaba desaparecido, pidió con impaciencia:

—¿Podemos salir a buscar a Dae?

—Salir a buscarlo sin saber dónde podría estar... —respondió Kim Seojun con calma— será como buscar una aguja en un pajar.

—Pero al menos estaríamos haciendo algo.

—Solo gastar energía inútilmente —insistió Seojun, quien continuaba observando el celular de Daehyun con detención. Buscaba algo que pudiera orientarlos en su búsqueda.

—Podríamos ir a la casa de su abuela —rebatió Sungguk.

—Eunjin ya fue y dijo que no hay nadie.

—Tal vez no revisó bien.

La voz molesta de su amigo y compañero de rondas, Lee Minki, se coló en la conversación. Paseaba por la sala de estar como un animal enjaulado. Hablaba por teléfono con su novio.

—¿Cómo que no sabes si Daehyun está en Urgencias? ¿No trabajas acaso como enfermero en el hospital? —se detuvo a un costado del sofá—. A ver, tampoco es algo tan difícil de averiguar. Simplemente vas y preguntas si Dae está ahí o no. Ya, ya, sé que estás en la ronda nocturna, pero... mira, Yoon Jaebyu, yo nunca te pido nada y soy un novio comprensivo y cariñoso que siempre está para ti y... sí, sí voy a utilizar esta carta porque... ok, ok, llámame apenas sepas algo.

Y luego bajó la voz y le dio la espalda a Sungguk. De igual forma, lo escuchó.

—Y revisa la morgue del hospital, por favor. Te quiero, adiós. Colgó y se acercó a Sungguk.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora