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Fue un golpe silencioso pero constante. Tac, tac, y luego otra vez tac, tac. Ladeando la cabeza, Daehyun levantó la vista del celular y la clavó en Moonie, que estaba sentado a sus pies, mientras pensaba cuánto tiempo más tardaría Sungguk en regresar de la tienda con un termómetro. Tac, tac, volvió a escuchar. Al girarse para comprobar, lo vio. Su mano enguantada estaba lista para golpear nuevamente el vidrio.

Era Moon Minho.

La expresión de su rostro pedía que se le acercara a forzar la ventana de la cocina hasta romperla, luego ese recuerdo desapareció. En el presente, la mirada de Dae pasaba de su amigo Minki a la entrada de la casa. Ambos estaban sentados en el sofá, aunque Minki no lo tocaba como generalmente hacía; hoy Daehyun no se sentía cómodo con eso y se había alejado de él.

—Dae —lo distrajo Minki—, ¿sabes lo que son los ciclos de calor?

Por supuesto que lo sabía, lo leyó en sus libros de biología y también se lo explicó Seojun. Pero tú nunca has tenido uno, recordó que el papá de Sungguk le explicó hace unos meses. A Dae le gustaba Sehun-nim, era un ahjussi* muy simpático. Le recordaba a Sungguk por su manera de sonreír y por siempre tener palabras bonitas para Dae. También le gustaba la forma en que se le curvaban los ojos en las esquinas cuando Dae hablaba de Sungguk con él.

—¿Estás seguro de que sabes todo sobre los ciclos de calor? —insistió Minki.

Daehyun volvió a comprobar la entrada.

—Yo sé —respondió restándole importancia; en ese momento solo le interesaba que Sungguk regresase.

—Sungguk fue a la farmacia a comprar algunas cosas —lo tranquilizó Minki—. Y más le vale a ese maldito que llegue con todo o me va a conocer.

Distraído, Dae le quitó el celular a Minki, quien se lo había pedido hace un rato, y lo desbloqueó para enviarle un mensaje a Sungguk. Notó entonces que en la conversación había un texto nuevo enviado por él, solo que Dae no lo había escrito.

Daehyun: Cuando llegues voy a lamerte hasta dejarte seco.

Minki se estaba riendo a su lado cuando Dae lo observó.

—Lo siento, fui yo. Es que se viene riendo de mí hace años, necesitaba vengarme —su carcajada fue perdiendo fuerza hasta que se detuvo del todo—. Lo siento, debí haberte perdido permiso. Lo puedo eliminar, Sungguk tarda meses en leer los mensajes.

—A Dae no.

—¿Dae no? ¿Qué cosa, bebé?

—A mí me responde —dijo con orgullo. Al comprobar su celular vio que el mensaje ya estaba marcado como visto. Se lo mostró a Minki—. ¿Ves? Sungguk siempre me lee en segundos.

—Una vez tardó tres semanas en responderme con un «sí» —refunfuñó—. El amor cambia a las personas.

Dae no alcanzó a responder porque, en ese instante, Sungguk ingresó a la casa con una bolsa en mano. Sus mejillas y orejas se tornaron escarlata en cuanto cruzó mirada con Dae. Fue de inmediato hacia él. Solo fueron diez minutos, pensó Dae, aunque para él se sintieron como una eternidad.

—¿Namsoo aún no llega? —preguntó Sungguk. Intentó avanzar con Dae aferrándose a él.

Llegaron a la cocina, Dae tropezó con los pies de Sungguk al ir de espaldas sin soltarlo. Agradeció que ambos tuviesen la misma altura, a Dae le fascinaba el calor y olor que emanaba el cuello de Sungguk. A Daehyun le gustaba demasiado Sungguk, le gustaba todo de él. Todo.

—Dae.

El chico pestañeó desorientado y levantó la cabeza. Sentía los párpados pesados y su piel le picaba. Se sentía extraño y quería a Sungguk, mucho. Se estiró para besarlo, pero los labios de Sungguk solo rozaron los suyos, ya que continuó hablando. ¿Era tanto pedir que se callase y lo besase?

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora