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Roko tiraba de su pantalón para que se detuviese. Parecía comprender que algo mal iba con Daehyun incluso antes de que él mismo lo entendiese. Sin embargo, cuando lo hizo, ya era demasiado tarde. Dae intentó tranquilizarse, respirar. Solo que no pudo lograr detener esa locura que nublaba su mente.

El vaso resbaló de su mano, el ruido que emitió al quebrarse lo desconcertó lo suficiente para recuperar algo de conciencia. El vidrio se dispersó por la madera y resonó bajo sus zapatos cuando se puso de pie. Se arrodilló y recogió los pedazos, temblando, temblando tanto que jadeaba, jadeando tanto que podía escuchar su respiración. Se cortó y dejó un camino de gotas escarlatas que se deslizaban desde su palma al piso.

Una vez más intentó tranquilizarse, una vez más no pudo hacerlo. Cerró los ojos con los puños apretados hasta que el dolor físico se superpuso al emocional. De algún modo logró tambalearse hacia la cocina. Moonmon lo seguía, sus pasitos nerviosos iban tras él mientras el agua le salpicaba la herida y se tornaba rosa.

Sangre.

No vio sangre cuando murió su abuela, no hubo nada de eso. Solo un cuerpo frío que se ponía rígido con el pasar de los minutos. Solo un cuerpo y muchas mentiras que se iban desmoronando. Porque Dae, con la misma claridad que recordaba la piel de su abuela tornarse azulada, recordaba a la persona que finalmente le quitó a su abuela de los brazos.

Era la cuarta persona que conoció en su vida. Su papá.

Entonces, escapó.

El aire fresco le golpeó en el rostro al dejar de correr. Le dolían los pulmones por el esfuerzo físico. Inspiró entrecortadamente con el cuerpo doblado por el cansancio. Roko insistía en tirarle del pantalón. Dae notó que la tela tenía una mancha de sangre. Su sangre. Comprobó el corte en la palma de su mano, el brazo le temblaba frente al rostro.

Intentó calmarse cuando ese ataque comenzó a surgir otra vez en el fondo del cerebro. En ese momento, Roko captó algo que el audífono de Dae no percibió. El animal se volteó con el pelaje erizado y gruñó mostrando los caninos.

A unos metros de ellos, una figura humana se detuvo. Dae lo observó inspirar de forma pesada. Se acercó a ellos hasta que un farol iluminó su rostro. Un rostro demasiado familiar.

Era el cuarto hombre que conoció en su vida.

—Hola, Daehyun. Era Moon Minho.

 Era Moon Minho

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Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora