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Jong Sungguk colgaba de cabeza sujeto a uno de los fierros que componían la estructura metálica, que debió ser una terraza y que nunca terminó de montar. Daehyun, ubicado sobre la hamaca, lo observaba con una pierna en el suelo. El chico estaba comiendo unas gomitas azules que le habían manchado la lengua y parte de los labios. Cuando Sungguk se estiró, acariciando el suelo con la yema de los dedos, Dae dejó a Moonmon en el suelo y se dirigió hacia él con decisión.

—¿Mm? ¿Pasa algo?

El chico se puso en cuclillas. Cuando Sungguk alzó las cejas consternado, se le acercó para besarlo. Su boca sabía a dulce, una mezcla entre caramelo artificial y al propio Dae.

Dae, pensó Sungguk sintiendo su lengua curiosa buscando la suya. Se besaron con pereza y cariño, pero por sobre todo con familiaridad. Se separaron cuando Daehyun capturó el labio de Sungguk entre los dientes y tiró de él con una sonrisa malvada.

—¡Daehyun! —protestó Sungguk con su boca todavía presa por el diablillo.

Dejándolo libre, Dae apoyó los codos sobre los muslos y posicionó la barbilla entre sus manos abiertas. Sus dedos juguetearon contra sus mejillas formando una flor con su rostro.

—Debes dejar de morderme —pidió.

El chico estaba lejos de sentirse arrepentido y le restó importancia encogiéndose de hombros y pasándose la lengua por los dientes como si quisiera comérselo.

—Pero a Dae le gusta morder a Sungguk —musitó. Sungguk quiso enojarse. Quiso, en eso quedó todo.

—No eres un vampiro.

—¿No?

Sungguk se prometió no enseñarle otra película de fantasía. No quería darle nuevas ideas, ya tenía suficiente con ser su masticable favorito.

—Por supuesto que no eres un vampiro.

—Pero...

Sungguk alzó las cejas.

Si bien Daehyun llevaba hablando con más regularidad desde hacía casi tres meses, aún se le hacía extraño a Sungguk cuando este era capaz de seguir una conversación o quería debatirle, ya que siempre intentaba desestimarse. Generalmente, el chico solo hablaba para responder a preguntas directas o para quejarse con Sungguk (claramente una mala influencia de Minki), quien aprovechaba cualquier instancia para incentivarlo a hablar.

—Estabas a punto de decirme algo —recordó.

Pero Dae se rindió de inmediato, encogiéndose de hombros abrumado por su incapacidad de verbalizar sus pensamientos.

Nu —fue su escueta respuesta.

Como sintió que empezaba a marearse por la posición en la que continuaba, y Dae lo ignoraba jugando con la tierra bajo sus pies, Sungguk flexionó su torso para sujetarse del fierro con las manos y descolgar las piernas. Al aterrizar en el suelo tuvo cuidado con no golpear a Dae.

—Podría enseñarte a hacer abdominales —propuso Sungguk ante la expresión de admiración del chico.

Dae se llevó las manos al estómago y lo tocó. Su dedo se hundió entre la ropa.

—¿No te gustaría?

Se encogió de hombros. Sungguk creyó que esa sería su única respuesta, sin embargo, Dae continuó:

—Duele.

—Solo mientras tus músculos se acostumbran.

Dae apuntó el saco de boxeo que se ubicaba en la terraza a medio construir.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora