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Llamó a Sungguk pensando en una mentira para hacerlo desistir de su visita. Dae solo quería llegar a Daegu sin que nadie interfiriese en su decisión.

Sungguk le contestó de inmediato con voz jadeante y emocionada.

—Estoy con Jeonggyu en la estación —avisó—. Solo quiero decir a mi favor que hice mi mejor esfuerzo en peinarlo. Pero es un talento que simplemente no heredé de mi padre.

—Sungguk —lo cortó.

Escuchó de fondo a Jeonggyu. Quería verlo, quería verlo.

Dentro de nada, solo unas horas más.

—¿Sucede algo? —preguntó Sungguk. Dio un suspiro.

Sucedían muchas cosas. Solo esperaba terminar esa aventura acostado al lado de Sungguk.

—Podrías no venir, ¿por favor?

—Pero mañana es el cumpleaños de Jeonggyu.

—Es que tengo demasiada tarea.

—¿Tienes tarea? —cuestionó con incredulidad.

El mismo Daehyun se sentía así. Se mordió el labio. Tuvo que aguantar un jadeo cuando pasó a llevarse el hematoma.

—Y necesito terminarla.

—¿Y no puedes hacerlo hoy? Con Jeonggyu llegaremos por la noche.

Estuvo a punto de confesarle la verdad. ¿Pero y si Sungguk era como el resto de la gente? ¿Y si lo convencía de quedarse?

—¿Todo bien? —quiso saber Minho.

Le pidió silencio.

—Lo siento.

—Pero, Dae...

—Sungguk, lo siento.

—¿Acaso no quieres ver a tu hijo?

Golpe bajo. Su voz temblaba al aguantarse el llanto.

—Sabes que muero por verlo.

—¿Entonces por qué no quieres recibirnos? No te estoy entendiendo, Daehyun. ¿Quieres explicarte?

—Sungguk.

—¿O es a mí a quien no quieres ver?

Las lágrimas lo asaltaron por sorpresa.

—No digas eso —suplicó—. Yo solo...

—Ni siquiera tendrías que estar con nosotros todo el tiempo, podrías terminar esas tareas que parecen ser tan importantes para ti. Pedí una semana para ir a verte, Dae.

Iba a contarle.

Ya no le importaba.

Iba a contarle y, de alguna forma, se mantendría firme con su decisión.

—Sungguk...

No alcanzó a hacerlo porque Sungguk lo interrumpió.

—¡Está bien, no iremos! De todas formas, siempre son tus decisiones las que están por sobre las demás.

La llamada se cortó.

Sintió frío, uno que empezaba en la punta de los pies y subía por sus piernas hasta apoderarse del centro de su pecho.

Volvió a marcarle.

Una.

Dos.

Tres.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora