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Cuando Seojun le pidió a Dae dibujar un árbol, se quedó indeciso durante media hora analizando con cautela los colores y texturas de cada lápiz, hasta que finalmente eligió uno. Pero al intentar comenzar, mantuvo el brazo suspendido en el aire.

—¿Qué ocurre, Daehyun?

Ocurren muchas cosas, pensó Dae. Muchas, como por ejemplo que él era un gran artista y como tal, los lápices de madera jamás fueron su herramienta favorita de trabajo. A Dae le gustaban las acuarelas y el óleo. Pero en ese mundo, donde su abuela no existía y nadie le entendía, se tenía que conformar con lo que tenía.

Comenzó de una vez. A la hora ya había entregado su creación. Pero entonces Dae no entendió por qué su amigo Seojun se quedó observando con tanta atención el dibujo de un simple árbol. Él solo había pintado unas ramas todavía desnudas, con motas débiles de color verde. Era un árbol que esperaba a la primavera. Para Dae, no había nada interesante.

Además, refunfuñó para sus adentros, ni siquiera le gustaba el resultado.

Al otro día, cuando Seojun lo visitó nuevamente, Dae experimentó una gran alegría al ver bajo el brazo de su doctor un cuaderno de dibujo y, en una bolsa transparente, una caja de acuarelas.

—Un pajarito me contó que te gustan mucho las acuarelas —leyó en los labios de Seojun.

¿Sungguk?, pensó Dae con confusión. ¿Ahora Sungguk era un pajarito? Porque Sungguk era el único que sabía eso.

Tras recibir el paquete y voltearlo sobre la cama, agarró un pincel y jugó con este haciéndolo girar hasta que Seojun tomó asiento en el borde de su camilla, arrastró la mesa lateral y depositó el lienzo sobre ella.

—Ayer noté que te divertiste mucho pintando —opinaron los labios de Seojun—. Y pensé que hoy podríamos hacer lo mismo.

Dae se quedó sin reaccionar hasta que, con duda y reticencia, asintió.

—Hoy quiero que dibujes a tu familia. ¿Podrías, Dae?

El pincel en sus dedos se quedó estático tras mojarlo en un vaso con agua que estuvo bebiendo. La mirada de Dae fue de su amigo hasta el lienzo, luego nuevamente a Seojun.

—¿Puedes dibujar a tu familia? Me gustaría verla.

¿Familia?, pensó Dae confundido. Él no tenía ninguna familia. Por eso Dae quiso replicar, explicarle a Seojun que no podía pintar ninguna familia porque no tenía una. Sin embargo, Seojun continuaba esperando y Dae no supo cómo negarse.

El primer trazo que hizo en aquella hoja blanca, fue indeciso y débil, alzando de inmediato la mirada hacia Seojun.

—Vamos, tú puedes.

Entonces deslizó el pincel por la hoja gruesa una segunda y tercera vez. Sus pincelazos se volvieron más seguros y potentes a medida que ganaba confianza. Y cuando por fin terminó, dejó el pincel en la mesa y comprobó su creación. La hoja antes blanca ahora estaba cubierta por manchas de pintura negra de borde a borde.

Y en el centro de ese cuadro que debía representar a su familia, una lágrima destacaba sobre el color negro.

Y en el centro de ese cuadro que debía representar a su familia, una lágrima destacaba sobre el color negro

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Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora