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Los días fríos quedaron en el pasado y llegó la cálida primavera, con los árboles de cerezo adornando la ciudad de Daegu. Las tiendas volvían a tener una vez más a la venta los dulces de sakura. Todo se pintaba de rosa, incluso la chaqueta que Minki le había regalado a Jeonggyu por su primer cumpleaños, que era al otro día. La estación de trenes era el único lugar en Daegu que seguía viéndose gris y aburrido, con la gente comprando boletos para abordar el siguiente tren con destino a Seúl. Sungguk y Jeonggyu eran uno de ellos, estaban con Minki, quien los había llevado hasta ahí. Sus mejillas habían recuperado algo de carne y estaban de la misma tonalidad del pétalo del cerezo. Parecía animado al jugar con Jeonggyu a piedra, papel o tijera, a pesar de que Jeonggyu solo sacaba piedras.

Estaban a cinco personas de llegar a la casilla de venta, cuando el celular de Sungguk vibró en su pantalón.

Era Daehyun.

Contestó acomodando a Jeonggyu contra su cadera, Minki lo observó con expresión interrogante. Moduló el nombre para que entendiese con quién hablaba. La voz de Dae sonó entrecortada y algo extraña.

—Estoy con Jeonggyu en la estación —avisó—. Solo quiero decir a mi favor que hice mi mejor esfuerzo en peinarlo. Pero es un talento que simplemente no heredé de mi padre.

—Sungguk.

Jeonggyu había comenzado a jugar con su oreja, balbuceaba algo inentendible.

—¿Sucede algo? Un suspiro.

Minki le quitó a Jeonggyu y se alejó unos pasos.

—Podrías no venir, ¿por favor?

Dolor en el estómago.

—Pero mañana es el cumpleaños de Jeonggyu.

—Es que tengo demasiada tarea.

—¿Tienes tarea?

Daehyun sonó desesperado al hablar.

—Y necesito terminarla.

—¿Y no puedes hacerlo hoy? Con Jeonggyu llegaremos por la noche.

Silencio.

Entonces, una voz baja al otro lado de la línea.

Un hombre.

—Lo siento.

—Pero, Dae...

—Sungguk, lo siento.

—¿Acaso no quieres ver a tu hijo?

Se escuchó un jadeo contenido. La voz de Daehyun era mucho más débil y temblorosa al continuar.

—Sabes que muero por verlo.

El pequeño rastro de paciencia que le quedaba por fin se esfumó ante esos meses de espera y de conversaciones que no decían nada.

Solo se esfumó.

—¿Entonces por qué no quieres recibirnos? No te estoy entendiendo, Daehyun. ¿Quieres explicarte?

—Sungguk.

—¿O es a mí a quien no quieres ver?

Daehyun había comenzado a llorar.

—No digas eso —tartamudeó—. Yo solo...

—Ni siquiera tendrías que estar con nosotros todo el tiempo, podrías terminar esas tareas que parecen ser tan importantes para ti. Pedí una semana para ir a verte, Dae.

—Sungguk...

Y entonces la bola de fuego en su estómago explotó. Soltó la rabia que venía conteniendo por meses de espera.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora