★EPÍLOGO

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Dos años después.

París, Francia.

HADES EDEVANE.

—La luna está preciosa —Estela murmuró, risueña.

Estela y yo estábamos cumpliendo un año de novios. Hace un año, en éste mismo puente, le había preguntado si podía ser su novio. Esas palabras de «¿Quieres ser mi novia?» las intercambié por «¿Puedo ser tu novio?» porque los nervios me traicionaron, cómo siempre.

Pont de l'archevêché, o más conocido cómo "El puente del amor" era un lugar situado en París, Francia. El puente era conocido porque las parejas solían colocar un candado para sellar su amor, después de cerrar el candado, tiraban la llave al lago del frente. Había venido por primera vez hace un año, cuando Estela me estaba enseñando la ciudad, entonces no desaproveché la oportunidad.

Estar con ella me hacía sentir cómo el hombre más afortunado del universo.

Sonreí mirándola, mirando a esa estrella que nunca dejaba de brillar.

Por la noche, el puente era un lugar tranquilo, relajado. La existencia de más personas pasando a nuestros alrededores era escasa, y eso era lo que hacía el momento mejor, que solo nosotros estuviéramos allí.

—Al igual que tú —le dije al oído. Estar en esa posición, yo abrazándola por detrás, me facilitaba decirle cosas al oído.

—No me compares con la luna, ella es…

—Ella es hermosa, sí. ¿Y qué te hace creer que tú no?

Estela rio entre dientes y me miró de reojo. Su sonrisa era hermosa, el sonido de su risa era mi música favorita, y puede que no lo sepa, pero se ve preciosa cuando sonríe y sus ojos se hacen pequeños.

—Sólo iba a decir que la luna es algo superior, no que yo no fuera bonita.

—Pues para mí, tú eres superior a todo.

—Y para mí tú eres el mejor hombre del mundo, ¿Lo sabés, cierto?

Aún no me acostumbraba a recibir halagos de su parte, todos los días. Digamos que Estela es de esas personas que no suele decirte cosas lindas tan seguido, o esa era la Estela de diecisiete años, porque ahora es diferente.

Ella apoyó sus manos en la barandilla del puente y sonrió aún más. La felicidad se podía ver en sus iris azules. La brisa movía sus rizos, desordenándolos, parecía que su cabello tenía vida propia. Ella era esa persona que veía y pensaba en lo increíble que era, tan perfecta en mi concepto de perfección.

El vestido azul oscuro se aferraba a sus curvas cómo si hubiese sido hecho para ella específicamente y los tacones negros la hacían ver más alta. Se veía hermosa, ella lo era, de eso no había duda.

Hoy era una de esas noches donde me daba cuenta de que todo había valido la pena. Estar lejos de Estela por años, había valido la pena. Ella era una persona renovada, con un corazón sano. Esa Estela tenía la oportunidad de amar a otra persona, porque ya se amaba a ella lo suficiente.

—Disculpa por arruinar tus planes…sé qué querías hacer algo más especial.

—¿"Disculpa"? —repetí, haciendo un sonido de desaprobación con mi boca—. Linda, cualquier momento es especial si estás tú allí.

Yo había planeado un viaje hace más de un mes. Sí, quizás sea algo muy grande, pero ella se lo merece. Lo que impidió la realización de ese viaje a Italia fueron los estudios de ella, Estela se graduará en un mes de su carrera de astronomía, por lo que tenía muchas cosas que hacer, no podía estar de viaje.

Un beso bajo las estrellas ©✓Where stories live. Discover now