Soledad

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Como siempre perdón por los errores u.u) soy una bruta

-hoy no saca su tazita, solo se hace bolita en un rincón. -















El tiempo pasó demasiado lento para alfa y omega, pues ambos se extrañaban enormemente, aunque la angustia de Singapur aumentó al enterarse del estallido de la guerra civil. 

Como ya Tíbet les había informado, uno de los generales se rebeló, ya que a él y a otros altos mandos, además de gente de la aristocracia se les fueron retirados ciertos privilegios económicos por orden del emperador, cosa que obviamente no les pareció, por lo que decidieron dar un golpe de estado. 

Durante largos meses hubo múltiples batallas que costó la vida de miles de inocentes y militares, eso sin contar las pérdidas materiales, sin embargo la zona donde Singapur vivía estaba en relativa calma, ya que era algo alejada del palacio real. 

También cada semana sin falta Mongolia le escribía una carta a Singapur para contarle cómo estaba, lo que ocurría y lo mucho que lo extrañaba.. Sin embargo, un día de pronto las cartas dejaron de llegar. 

Mil y un escenarios horribles llegaba a la imaginación del omega, realmente temía que el alfa hubiera sido capturado, o que estuviera herido, o peor aún.. Muerto…Más rápidamente desechaba esa estúpida idea, Mongolia era alguien fuerte y ágil, no tan fácilmente podría acabar con él, si, si, si.

Tal vez.. Tal vez conoció a un omega, ya tenía familia y simplemente se había olvidado de él, si, eso era más probable, y en definitiva prefería esa idea a que algo malo le hubiera ocurrido. 

Y así pasaron un par de meses más, cada noche Singapur rezaba por el bienestar del alfa y por la paz, lo cual para su gran alegría, y de la gente del pueblo, ocurrió dos años después de iniciada la guerra. 

Una mañana como cualquier otra, y tras terminar con la limpieza de la casa, Singapur tomó una cesta con ropa sucia, ya que iría al río a lavar junto a otros omegas que se reúnen allí cada jueves, sin embargo, no dio ni un paso cuando alguien lo sujetó firmemente de su falda, y al bajar la mirada descubrió a un pequeñito que lo miraba fijamente, clara señal de que lo quería acompañar, a lo que el omega no se negó, y de manera silenciosa se dirigieron hacia el río. 

Durante su viaje, el cual no era tan largo, Singapur estuvo atento, pues uno nunca sabía cuando algún peligro podía estar vigilando desde cualquier lugar. 

Una vez en su destino, el pelirrojo se acercó hasta el grupo de omegas saludando de forma amable, saludo que fue correspondido de inmediato por todos. 

En cuanto al pequeño que lo acompaña, este se puso a perseguir a una linda mariposa que volaba cerca del río. 

-Besi, no te alejes mucho, y no te metas al río, tu padre nos regañara de nuevo si te mojas. - 

El nombrado únicamente asiente mientras se coloca un chupón (chupete) eso causa una risita discreta en el omega. 

La hora de lavar pasa de forma amena entre pláticas y chismes. Algunos platicando sobre sus pretendientes, o de quienes les gustan, y otros de sus alfas amorosos. Solo Singapur se dedica a escuchar, y no es porque no le interese, al contrario, él ama el chisme, pero está más atento en vigilar al infante. 

Sibe (el niño) se encuentra a un par de metros de donde están los mayores, mira atentamente a la mariposa que se ha posado en una roca en medio del río. 

Por unos momentos el infante analiza si vale la pena ir por el animalito, pero en definitiva no quiere que regañen a su mamita Singapur, por lo que únicamente se sienta para admirar a los pequeños peces que nadan libremente en la orilla del río. 

vida y Obra de Mongolia Where stories live. Discover now