Que Triste Fue Decir Adiós 3 /3

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Perdón por los errores


Singapur reprimió un jadeo de sorpresa, pues rápidamente reconoció a esa águila ¡Era Gengis! Eso significa que su esposo se encuentra cerca, sin embargo él omega no es el único con ese pensamiento, pues de modo poco delicado Tártaro rodea el cuello del bajito con ayuda de su brazo, para posteriormente dar un ágil saltó lo más lejos que le es posible, y lo hace en el justo momento en que una flecha se encajan en el tronco de un árbol, es obvio que iba dirigida a su corazón. 

-Bueno intento, hijo de perra.. - 

Susurra el alfa mientras mira a lo alto de los árboles, él al igual que su gente está con su guardia alta, listos para el inevitable ataque que se viene, incluso hay algunos que detonan un par de veces sus armas de fuego, pero lo único que logran es gastar de manera inútil sus cartuchos. 

Hay un momento de aparente calma, no se escucha ningún ruido, solo la tranquilidad de la naturaleza, pero eso sólo hace poner más nerviosos e inquietos a los alfas, más de manera inesperada una docena de flechas cae como lluvia veraniega, acabando así con un par de esos infelices. 


-Miserables cobar… Des - 


Tártaro sintió claramente como la sangre se congela en sus venas, pues al alzar la mirada es capaz de ver como Mongolia ya va hacia él, y vaya que no se le ve para nada feliz. 

Afortunadamente para el albino (Tártaro) su alfa manul (especie de felino) lo ayuda a alejarse dando un gran salto que incluso a Mongolia impresiona. 

Un profundo gruñido escapó de la garganta del bicolor rojo y azul, estaba furioso ¡Muy furioso! Y no era el único, pues los asiáticos salen de entre las ramas de los árboles para atacar a esos bastardos sin la más mínima piedad, les harán pagar haber secuestrado a Singapur. 

Tártaro se maldice, realmente no imaginó la letalidad y destreza de esos tipos, supuso que habían perdido su experiencia como militares ¡Desgraciada Uzbekistán! Si le hubiera dicho lo fuertes que eran los asiáticos se habría podido preparar mejor. 

Uno a uno los aliados del alfa celeste fueron cayendo de forma rápida, simplemente no eran rivales para los ex militares, pues estos los mataron con ayuda de sus armas convencionales (espadas, dagas etc) en definitiva esa era una derrota muy humillante. 


-Tú eres el siguiente ¡Entregame a Singapur y tal vez te dé una muerte rápida y sin dolor! - 

Ahora es el turno del celeste de gruñir con molestia, pero aún así se atreve a mostrar una pequeña sonrisa que para nada le gusta a Mongolia, y su pensamiento no estaba tan equivocado, pues con preocupación ve como ese alfa coloca una daga en el cuello de Singapur, es obvio que hará hasta lo imposible para salvar su miserable vida. 

-Me preguntó ¿Quién es más rápido? ¿Tu arquero ocultó, o mi daga? - 


Wa, el cual estaba a punto de lanzar una flecha cesa su acción al escuchar a Tártaro, realmente no sabe cómo ese hijo de puta lo pudo detectar, si tiene al viento a su favor, tal vez su oído era tan extraordinario como sus saltos, eso no importa ahora. Así que resignado baja su aroma, pues en definitiva no se iba a arriesgar. 


-No se que mierda quieres, pero deja a Singapur fuera de esto, él nada tiene que ver, si quieres toma mi vida, pero no lastimes a mi esposo.. - 

-¡Momo, no! - 



La angustia invade al pelirrojo, pues conoce perfectamente al alfa, y sabe que si es capaz de entregar su vida, él también lo haría sin dudarlo dos veces, pero no ahora ¡Quiere vivir! Pues su bebé aún lo necesita ¡Los necesita a los dos! 

vida y Obra de Mongolia Where stories live. Discover now