CAPÍTULO 6: PERVERSIÓN

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Brandon Hell

Lanzo los cuchillos al blanco con la imagen de unos ojos celestes en la cabeza. He pasado de añorarlos a abrorrecerlos. Todo por culpa de esa cría de mierda.

Estoy por pedirle a mi padrino que la saque de la isla. Nunca me había sucedido tal cosa.

Anoche tuve ganas de matarla al verla en el cuarto de Arya y después... Aún puedo recordar cómo se le agitó la respiración, moviendo sus pechos de arriba hacia abajo; se relamió los labios carnosos y luego... Luego clavó esas malditas esferas celestes en mí.

¿Cómo es posible tal parecido?

¿Abdul me estará ocultando algo?

¿La ha traído por alguna razón en especial?

Dada su mente retorcida, no lo dudo.

Pude sentir su miedo... y también su excitación.

Desde entonces el empalme en mi entrepierna no se baja. Ninguna mujer en "Deadly Sins" pudo calmar a la bestia, ni siquiera Mirna.

—Señor —Scar aparece en la puerta del gimnasio mientras me centro en mi rutina de pesas—. La doctora Vera ha salido de la mansión.

—¿Acaso soy su padre? —pregunto continuando con mi tanda.

—No, señor.

—¿Entonces por qué me informas sobre lo que hace esa loca?

—Salió sola, señor y temo que...

Lanzo las pesas al suelo, causando un gran estruendo.

—No me digas que ya le cogiste cariño.

—Bueno... —se encoge de hombros como si nada—, no sería el único. El King la dejó salir sin compañía y puede sucederle cualquier cosa...

—Y pretendes que yo vaya detrás de ella —enarco una ceja impertérrito. Si no se tratara del segundo de Abdul, ya le habría roto la mandíbula por sus tonterías—. ¿Me has visto cara de niñero, Scar?

—Por supuesto que no —responde de inmediato—. Solo que pensé...

Le corto a media frase con una simple mirada.

Veo lo que intenta hacer y eso me enerva la sangre.

—Lo que haga esa mujer o no, me importa un comino, Scar —me pongo en pie para encararle—. Anda con cuidado, que por muy maestro mío que hayas sido, puedo despellejarte vivo.

—¿Te atreverías? —pregunta con las cejas arqueadas y una sonrisa maliciosa.

Imito su gesto, pero volviéndolo mucho más siniestro. A muchos de mis enemigos les intimido con mi sola presencia.

—No tientes al diablo, Scar, o me veré en la obligación de hacerle honor a mi apellido.

—Lo tendré en cuenta.

Le doy una última mirada antes de salir del local. Sin embargo, me detengo antes de cruzar la puerta.

—Si quieres saber de ella, síguela tú. Aunque no creo que le haga mucha gracia a Freya.

Me meto bajo la ducha y ni siquiera el agua helada borra la imagen de la maldita rubia. El empalme no desaparece por más que me toque.

«¡Joder!»

Los fantasmas regresan para atormentarme despierto también.

Maldito Scar. ¿Por qué me habló de ella? Ahora la estoy persiguiendo como un puto acosador.

ATRAPADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora