CAPÍTULO 11: MI DECISIÓN, MI RESPUESTA

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Selina Vera

Apenas subo las escaleras, me encuentro con mis dos amigas en la puerta de la que es ahora mi habitación.

—¿Se puede saber dónde estabas? —por supuesto, Luisa es la primera en abrir la boca.

—Eeeh —vacilo sin saber qué decir. Apuesto a que en cuanto sepan la verdad, me tomarán por loca y se pondrán de acuerdo entre las dos para encerrarme en un psiquiátrico—. ¿Por ahí?

—No me vengas con chorradas —otra vez la mal geniada de Luisa toma la palabra, al mismo tiempo que abre la puerta de un empujón y me obliga a entrar en la habitación con un halón bastante brusco—. Estás desaparecida desde ayer.

—Yo...

—¿Qué es esto? —la rubia platinada me toma del brazo con fuerza y las tres dirigimos la vista hacia el mismo lugar—. Oh. Dios. Mío.

Un verdugón salta a la vista sobre la pálida piel.

«Mierda»

—¡Te follaste al Dios Griego psicópata! —exclama Mar con la boca abierta de par en par.

—¿Quién lo dice? —me hago la tonta—. ¿Y por qué le llamas psicópata?

—Porque tiene pinta de serlo y no desvíes el tema de conversación, señorita —añade mientras me apunta con su dedo índice en señal de advertencia—. Sé que le tienes ganas desde que lo viste.

—¿Lo hiciste? —pregunta Luisa, a pesar de que mi expresión arroja la respuesta.

—Sí —enderezo la espalda invadida por una nueva oleada de valor—. Me eché un polvo con el acosador, psicópata o como queráis llamarle. Fueron varios de hecho, al quinto perdí la cuenta, pero cada uno fue delicioso. Lo hice, ¿y qué?

Las chicas se quedan petrificadas en su sitio, mirándome perplejas. Supongo que se encuentran asimilando mis palabras.

¿Cuál es el maldito problema en haberme acostado con el Prince? Mi cuerpo lo pedía desde que lo conocí, usé condón y lo disfruté.

—¡¿Pero qué mierda tienes en la cabeza?! —explota la rubia.

—Créeme, no quieres saberlo —respondo sonriente.

El sonido de nuestros cuerpos al unirse una y otra vez en tanto mis pechos son aprisionados contra los azulejos del baño inunda mis oídos.

Debo confesar que esa fue mi parte favorita, aunque después con el episodio del "no beso"...

—¿Te ha drogado?

—Sí, pero con una buena tanda de sexo —interviene Mar al mismo tiempo que me tiro de espaldas en la cama—. Solo mírala, tiene cara de recién follada y una muy buena.

—Oh, amiga, lo fue —confirmo.

—¿Pero os habéis vuelto locas las dos?

—Luisa... —intento mediar.

—¡Luisa nada! —me corta de raíz—. ¡Ese mafioso les ha comido el coco! ¿Cómo podéis actuar con tanta normalidad? Como si nada hubiera pasado en la última semana y estuviéramos de vacaciones.

—¿Crees que no soy consciente de la situación, Luisa? —pregunto envalentonada. Las bromas han quedado atrás—. Te recuerdo que yo fui la primera en rebelarme y me pegaron una pistola en la cabeza. Si me porto bien, disfruto del paraíso, pero si me vuelvo loca como te estás comportando ahora mismo, terminaré tres metros bajo tierra.

—Pero...

—Nada —soy yo quien la corta esta vez—. Te repito lo mismo que le dije al malas pulgas de Gonzalo: estamos secuestradas. Esta es nuestra nueva realidad y no creo que podamos escapar en un futuro cercano.

ATRAPADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora