CAPÍTULO 14: MALDITA

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Brandon Hell

Las mujeres desnudas se pasean delante de mí, contonean sus caderas e incluso algunas se tocan a sí mismas, dándose placer, incitando al pecado y dispuestas a satisfacer a los hombres más poderosos del mundo aparte de Abdul Schabass.

Tengo a más de cinco con los ojos puestos en mí, ansiosas por convertirse en esclavas de mis perversiones… Sin embargo, ninguna logra conseguir una puta erección. Estoy demasiado furioso como para pensar en sexo.

Ha conseguido lo que nadie en los últimos cinco años: sacarme de mis cabales.

Esa… maldita española de ojos malditos.

¡Joder! ¡Que con ella sí me empalmo al instante! Se me pone dura de solo evocar sus alaridos lastimeros, como si la estuviese matando de placer. La siento respirar a menos de diez metros de distancia y ya quiero follarle la boca.

Que se ha terminado dice… Aquí las cosas se acaban cuando yo digo.

Maldita, ¡mil veces maldita!

Vacío el tequila sin siquiera probar la sal, me exprimo el limón en la boca y lo lanzo sobre la mesa antes de apartar a la rubia que estimula mi entrepierna. Ella no es la rubia que quiero.

—¿Sucede algo, hermano? —el imbécil de Amir me observa con su pervertida y burlona sonrisa al notar que me marcho.

—Disfrutad de la noche —dispongo, sabiendo que hoy no tendré sexo de ningún tipo—, yo tengo cosas que hacer.

—¿Como cuáles? —insiste el árabe—. ¿Tal vez ir detrás la doctora? ¿Quién es esa mujer, Brandon? ¿Por qué se parece a…?

—No se parece a nadie —le corto de sopetón—. Y aparta tus ojos de ella, Amir.

—Como quieras —me da una mirada que conozco a la perfección. Es esa de “me importa una mierda lo que digas, porque me apetece jugar".

—Hablo en serio —me acerco a él en una pose amenazante, obviando el hecho de que dos de las chicas juegan con su polla con total libertad—. Selina Vera queda prohibida para ti, Amir.

—Vale, vale —alza los brazos en señal de rendición, pero el gesto le cambia de inmediato cuando una stripper trata de tocarlo—. Estás muerta, pequeña ave.

Se levanta de un salto para llevársela arrastras a su cuarto especial. Hakan por otro lado, se mantiene apartado en un rincón, disfrutando de su exclusivo Moët mientras examina a cada una de las bailarinas, buscando su presa de esta noche.

Los dejo a los dos con sus traumas antes de encaminarme hacia la salida.

Estoy muy cabreado, como no me sentía desde hace mucho tiempo. Esta piedra que tengo no me la quita ni el fuego del mismísimo infierno.

Necesito desfogarme y la mejor manera que encuentro en estos momentos es castigando a aquellos que se hacen llamar justicieros.

Lo que esos energúmenos no comprenden es que en este mundo, solo pueden impartir justicia los que tienen el poder para hacerlo... como yo.

Llego a la mansión y ni siquiera me molesto en entrar, sino que paso de largo directo al sótano. Una semana sin bajar ha sido demasiado tiempo y me enfurezco más al percatarme de que la loca temeraria ha conseguido mantener a la bestia a raya con su sensual inexperiencia. Me he deleitado estos días enseñándole el verdadero significado de la palabra «follar».

—Preparad la sala de torturas —es todo lo que digo antes de sacarme la camisa e ir por mis guantes.

Contemplo mis ojos grises encendidos en el espejo y al mismo tiempo, no puedo evitar traer su recuerdo a mi memoria.

ATRAPADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora