2.MI CONDENA

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Brandon

Cuando el Diablo me citó en Madrid me negué en rotundo, pero al escuchar el apellido Kaczynski de su boca no pude negarme. Mi sed de venganza con esa familia nunca terminará hasta extinguir al último de su especie y si queda uno vivo como dice el Diablo, me lo voy a cargar con gusto.

Poner un pie en la ciudad y querer ir a buscarla es lo mismo. Me resisto todo cuanto puedo, sé que no puedo hacerlo, que todo se iría a la mierda si nos volvemos a encontrar... pero aún así, cedo a la tentación. Aunque aún me queda un poco de cordura y la veo desde la distancia.

Se ha cortado el pelo, pero eso no le quita atractivo. Por el contrario, le da un aire más sensual y lo que es más fascinante, luce más como la doctora de lengua afilada y menos como Arya...
Dormida parece un ángel bajado del mismísimo Reino de los Cielos, lo cual me hace más maldito e hijo de puta por querer corromperla.

Me acerco en silencio hasta su posición y antes de que pueda siquiera pensar en lo que estoy haciendo, rozo su brazo con la yema de mis dedos.

Su piel es tan suave como recordaba... Ha perdido el bronceado de la Isla y luce incluso más pálida que el día en que la conocí.

Ha perdido peso -sospecho que en parte por mi culpa-, pero esa boca sigue igual de tentadora que el día en que casi se desangra en mis manos.

-Sí que eres la Bella del cuento -le doy voz a mis pensamientos con un leve murmullo, permitiéndome bajar la muralla durante unos leves segundos-. Solo que no pudiste romper la maldición. Desearte es mi condena, Selina Vera.

Cierro los ojos y el bulto de sensaciones empeora, porque al reprimir un sentido los otros se amplifican, haciendo que su aroma a príncipe negro penetre en mis fosas nasales. Hay otro bulto en mi entrepierna que también despierta y cuando respiro profundo para infundirme control, solo lo vuelvo peor, puesto que su perfume me aturde casi por completo.

Sería tan fácil acercarme y...

«¿Y por qué no?», me cuestiono. Está dormida, así que no hay peligro.
Sin haber tomado la decisión todavía mi cuerpo ya ha actuado, colocando mi rostro a unos pocos centímetros de los suyos. No necesito mover más que la cabeza para cubrir sus labios con los míos. Es apenas un toque, ni siquiera merece ser llamado «beso», pero aun así, significa un mundo para mí.

«Está mejor sin ti», me repito como mismo hago todos los días, cada vez que pienso en ella, en cómo le puse fin a una historia que, si seguía, solo podía terminar en desgracia.

Me marcho de la habitación antes de que empiece a removerse sobre la cama y salgo hacia el pasillo hacia el encuentro con el Diablo. Todavía tengo muy fresca la invasión a la isla.. Los últimos meses han pasado demasiado lentos. Torturar, matar, follar... toda actividad que antes satisfacía y aplacaba al monstruo que vive dentro de mí ahora me aburre y por consiguiente, me frustra.

Tomo el ascensor hasta la azotea del edificio. El muy hijo de puta me ha citado justo aquí, donde sabía que estaría ella.

-Perderos de vista -ordeno a mis guardianes cuando las puertas del ascensor se abren.
Me obligo a respirar profundo antes de sentarme en la banca, al borde del precipicio, frente a él.

Es uno de los momentos más incómodos que he vivido. Ninguno sabe qué decir exactamente. Los dos nos miramos expectantes hasta que él rompe el hielo:

-No pensé que volvería a ver este día...

-¿Por lo de Amir? -indago con algo de ansiedad.

La última vez que nos vimos no quedamos en muy buenos términos y me fastidia, porque de mis tres hermanos, él es con quién tengo mayor afinidad. Nos parecemos, tanto que su seudónimo es el Diablo y el mío el Príncipe del Infierno.

ATRAPADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora