CAPÍTULO 27: CLARIDAD

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Selina Vera

Mi vida se convierte en una locura peor de la que ya era antes, durante el resto de la semana. Freya parece militar reclutando personas para su ejército de organizadoras de eventos. Tampoco es que le hayan dado muchas opciones. ¿A quién se le ocurre armar una boda por todo lo alto en solo tres días?

Siendo honesta, todavía me parece increíble lo que ven mis ojos. Hace tres días daba a todos por locos tratando de conseguir lo imposible y ahora… siguen igual de locos, pero lo han logrado. El jardín trasero de la mansión ha sido transformado en un paraíso terrenal… literalmente.

—Pues… —interviene Freya señalando en derredor—, no quedó tan mal, ¿verdad?

—¿Tan mal? —bufa la futura novia—. Ni en mis mejores sueños había soñado algo así. 

—Te mereces esto y más —la abrazo por los hombros al notarla tan abrumada—. Estás demente por enamorarte de ese energúmeno, pero prometo ser una Dama de Honor de puta madre.

—Selina… —me reprende la rubia mientras me encojo de hombros como si nada—. Sabes que por lo general estoy en contra de todo desde que llegué a esta isla, Mar —se une al abrazo—. Sin embargo, caminaré por este altar con una sonrisa en el rostro. Que nada ni nadie te impida tener tu día perfecto.

—Tienes razón —asiente nuestra amiga con una sonrisa cargada de nostalgia—, es mi día perfecto…

—Excepto por el novio —no puedo evitar mi lengua viperina, haciendo reír a casi todos, incluyendo el personal.

—¡Selina! —Luisa vuelve a reprenderme, esta vez con un manotazo, por lo que protesto en respuesta.

—Y mis padres… —la intervención de Mar apaga todo rastro de diversión. Una lágrima solitaria cae de su mejilla en tanto Luisa y yo apretamos el agarre sobre ella hasta exprimirla como un sándwich—. Mi madre soñó con mi boda casi tanto o más que yo…

—Hallaremos la forma de que lo vea —aseguro mirando a Freya de reojo, quien no duda en asentir—. Estamos en el siglo veintiuno. Estoy segura de que el King nos puede dar acceso a la wifi por al menos un día.

Ella me devuelve la sonrisa y pronto el tema es desviado, llenando nuestras bocas con la prueba final del bufet.

Yo no me voy a casar ni nada por el estilo y de igual forma echo de menos a mis padres. No puedo siquiera imaginar cómo se siente Mar en estos momentos. Preparamos la tina entre todas, consintiéndola sin límites y preparándola para la prometedora noche que se avecina.

Termino de ajustarme el conjunto de dos piezas frente al espejo y emito un largo suspiro. Con el short dorado cuyo brillo dañaría la visión a cualquiera, el crop top negro, los tacones de lucecitas y la coronita con las palabras «Futura Dama de Honor» de luces combinadas con los zapatos… luzco ridículamente sensual.

 Trato de sonreír, pero los recuerdos de mi conversación con el King me lo impiden. Sin siquiera ser consciente de hacia dónde me llevan mis pies, acabo en la puerta de la recámara prohibida… La habitación de Arya Schabass.   

Para mi sorpresa, me la encuentro entreabierta y al empujar picada por la curiosidad, descubro el motivo.

Abdul permanece de pie con la misma fotografía que una vez sostuve yo entre sus manos. No quiero entrar, no me gustan los escalofríos que me invaden cuando entro a este lugar, ahora mucho menos que sé quién vivía aquí. 

La hija del King, la novia del Prince. ¿Cuántas veces habrán hecho el amor sobre esas sábanas rosadas? ¿Cuántos besos habrán compartido en estas cuatro paredes? Probablemente los mismos besos que yo nuca probaré.

ATRAPADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora