CAPÍTULO 6

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Noah tenía las mejillas totalmente rojas mientras contaba un chiste, que para ella, era graciosísimo. Todos soltaron estruendosas carcajadas, pero obviamente no era por la broma, era por el erecto que había soltado justo después de acabar. 

No llevaba ni tres cervezas y su hermana estaba de camino a la borrachera sin retorno. 

Así lo llamaba ella. 

Había terminado de engullir su hamburguesa hacía tiempo, y estaba teniendo un momento relajado junto a algunos vecinos y su hermana. 

Había visto a la señora Mayfield, pero solo había podido saludarla de lejos, pues estaba tan alcoholizada que tuvieron que acompañarla a su casa. Su hija la recibió en la entrada con una mirada que no pudo descifrar. Igualmente, sintió una especie de pena, y recuerdos pasados llegaron a su mente sin quererlo. Intentó olvidarlos. 

-¡Jude, Jude!- una emocionada voz la distrajo de su charla con la señora Culligan, la esposa del encargado de la cena. Su hermana la miraba contenta-. Le estaba contando a señor Munson esa vez en la que esparciste purpurina por toda mi cama en forma de venganza, pero dice que no me cree porque tienes cara de ser demasiado buena. Ven conmigo, dile que es verdad. 

Se sonrojó completamente. 

Se giró junto a su hermana, encarando al hombre que las miraba de forma divertida, casi de forma paternal. 

-No hay manera de que eso sea cierto- negó con una sonrisa. 

-Jude, dile que es verdad- insistió Noah-. ¡No miento, lo prometo!

-¿Pero le has contado por que lo hice?- pinchó varias veces el costado de su hermana, haciéndola reír-. ¡Cogiste a Alfred y le pintaste las garras con pintauñas rosa! Alguien tenía que vengarla.

-¡Tenía siete años!- se excusó.

-¡Y yo cuatro!

Comenzaron así una amistosa pelea. Intentaban pincharse la barriga mutuamente, luchando por aire en medio de las carcajadas. 

-Dios mío- interrumpió el hombre frente a ellas-. Sois iguales de cabezotas, ninguna va a ganar la discusión. 

-Lo siento señor Munson- se disculpó su hermana, volviendo a recomponerse-. Pero has visto que no mentía, ¿cierto?

-Cierto- le dio la razón-. Me encanta la relación que tenéis. Me recuerda a mi y a mi hermano, el padre de mi chaval. Cuando éramos pequeños éramos iguales. 

La atención de Jude fue totalmente captada. 

-¿Hablas de Eddie?- preguntó.

-¿Conoces a mi sobrino, no?- básicamente lo afirmó-. Vais a clases juntos. 

-Si- asintió-. Aunque no hablamos mucho. 

-Ya- dijo, como si se lo esperara-. Es buen chico, ¿sabes? Puede que su apariencia intimide, pero es el ser humano más dulce que he llegado a conocer jamás. Deberías hablar más con el, estoy seguro de que os llevarías bien, y eso me encantaría. 

Siguió charlando con Noah, de mientras que ella se hundía en sus pensamientos. 

El recuerdo de Eddie llegó a ella. La primera vez que interactuaron fue hacía mucho. Volvía de la escuela caminado por que su hermana no había podido ir a recogerla. Estaba lloviendo demasiado fuerte cuando su furgoneta se paró a su lado. Le dijo que era su vecino (aunque ella ya lo sabía, pues lo llevaban siendo desde que ella tenía once años) y que prometía no asesinarla. No volvieron a hablar hasta un año después, ese día en el que se presentó en su puerta a exigirle que dejara de tocar la guitarra. No le había parecido muy dulce en ese entonces, pero seguro que para él la experiencia no fue buena tampoco. Todo lo que vio después fue su espalda protegiéndola de Cardan esa noche, a pesar de no tener ningún lazo con ella. Luego, el ofreciéndole un vaso de agua y posando una manta sobre ella. El esperando a que su hermana llegara, sin dejarla sola ni un momento y tratando de distraerla contándole cosas triviales. Más tarde, él pidiéndole sal, aunque no la necesitara, para comprobar como estaba. Él fingiendo sacar la basura solo para verla. Él saliendo a su patio para intentar hablar con ella mientras cambiaba de maceta esas estúpidas flores, fallando totalmente. 

Él, él y solo él. 

Pero, ¿dónde estaba esa noche?

-Señor Munson- salió de sus pensamientos, interrumpiendo algo que decían-. ¿Dónde esta Eddie?

-Me ha dicho que estaba preparando el guion para algo de un juego- se encogió de hombros-. No estoy seguro, pero si no ha cambiado de planes, estará en su habitación. 

Asintió, dejando el tema a un lado para centrarse en otro nuevo. Después de un rato, su hermana y ella se quedaron solas. 

La mayor había bebido dos cervezas mas, dejándola totalmente atontada y más graciosa de lo normal. 

-Jude- posó su mano en la mejilla de la mencionada-. ¿Sabes que te quiero sobre todas las cosas?

Oh no, ha entrado en esa fase. 

-Lo se- intentó alejarse de su mano, que ahora apretaba su cachete.

-No, no lo sabes bien- negó, apretando más su agarre, en contra de las quejas de la pequeña-. He estado distante últimamente, y a lo mejor eso te ha hecho sentir que estás sola. Pero no lo estás, ¿me oyes?- ahora había agarrado su cara entera, y había dejado atrás esa sonrisa tonta por la cerveza para ponerse seria-. Sé que algo ha ocurrido esta noche, y también los otros días. No quiero obligarte a contarme nada, pero si quieres hacerlo estaré aquí, esperándote. 

-Noah...

-Eres mi pequeña, Jude- volvió a hablar-. Lo más importante que tengo. Eres la única persona a la que necesito junto a mi, sobre todas las cosas, ¿vale?

Pasó un segundo, Jude estaba completamente en blanco. No lo sabía, pero esas palabras era justo lo que necesitaba escuchar. 

A veces, por las noches, el agarre de Cardan seguía quemándole la piel. Cada vez que le gritaba o le amenazaba, justo como esa noche, sentía como una parte de ella se iba perdiendo. Jude seguía creyendo que lo mejor era no contar nada a su hermana, pero sabiendo que tenía su apoyo era más que suficiente. 

Noah también era la persona que más quería. 

Después de lo que pasó con su madre, ella fue la única que estuvo a su lado. 

Había un especie de vinculo entre ellas, un vínculo fuerte. Jude entregaría su vida mil veces por Noah, y sabía que ella haría lo mismo. 

-Yo también te quiero, Noah- se dejó caer poco a poco sobre ella, hasta estar fundidas en un abrazo. Ninguna de las dos sabía cuanto lo necesitaban-. Sobre todas las cosas. 

Siguieron como si no hubiera pasado nada. 

Uno de los vecinos sacó juegos de mesa y distintas barajas de cartas, lo que fue una perdición para todos. Rivalidades amistosas (y no tan amistosas, algunas fueron tensas) dieron paso a una gran batalla increíble entre casi todas las personas que estaban ahí. 

Jude se estaba divirtiendo demasiado. 

También jugó con algunos niños pequeños. Se columpió en los columpios y se deslizó infinidad de veces por el tobogán. Jugó también al pilla pilla, y estaba a punto de irse a dormir cuando le pidieron una partida al escondite. 

Aceptó, por que de verdad le apetecía. 

Aceptó sin saber lo que estaba a punto de ocurrir. 




ANGEL | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora