CAPÍTULO 34

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La puerta se cerró tras ellos tras un fuerte portazo. 

De vuelta a las cuatro paredes reservadas para ellos en aquel viejo hostal, Eddie y Jude se besaban como si estuvieran a punto de morir y esa fuese la solución. El lugar estaba oscuro, pero aún podían ver con claridad sus siluetas. 

-Si sigues mordiéndome así los labios- jadeó Eddie en busca de aire-, mis dedos no van a ser los únicos que te van a dar.

Gimió con fuerza de solo escucharle. Necesitándole más cerca, Jude elevó una pierna a su cadera, buscando rozar sus intimidades. Muy pronto, Eddie la ayudó con la tarea, cargándola por completo y estampándola en la puerta tras ella. Mientras degustaba sus labios, se permitió darse el placer de tocar cada parte de su cuerpo con tranquilidad, apretando en algunas zonas cuando las ganas se acumulaban con fuerza.

-Eddie, te necesito esta noche- casi estaba sollozando por la antelación, dejando claro que era lo que buscaba-, te necesito tanto.

Sonrió antes de inclinarse sobre ella de nuevo. Tenerla suplicando de esa forma cuando apenas había empezado a acariciarla había provocado un vuelco en su estómago. Decidió que tampoco quería hacerla esperar mucho, por lo que con sus manos enganchadas en su espalda, Eddie avanzó con ella hasta la cama. La recostó entonces sobre el colchón, provocando un sonido por los muelles desgastados, pero no había pasado nada de tiempo cuando estuvo sobre ella de nuevo. Ignorando el dolor en su rodilla derecha por el recién tatuaje, Eddie se incorporó un poco para poder separar las piernas de Jude. Estas cedieron ante él como si de mantequilla estuvieran hechas. 

-Muero por hacer esto, Jude- ignorando su quejido se separó de sus labios-, no sabes cuanto.

Sin preocuparse por una respuesta, bajó los besos a su cuello, disfrutando de dejar suaves marcas húmedas. Cuando quiso bajar aún más y descubrió cuan molesto era el jersey, llevó las manos hacia el dobladillo de la prenda, y tras una mirada que advertía lo que iba a hacer, Jude quedó con el torso expuesto, con la excepción del sujetador cubriendo sus pechos. 

Gimió cuando Eddie mordió sus clavículas, y estaba tan segura de que iba a dejar marcas como de que no le importaba. Sentir su lengua succionando su piel se sentía tan deliciosamente bien, que sus caderas se estaban elevando involuntariamente por más. 

-Quiero sentirte también- Jude lo separó un momento por los hombros.

Sin esperarle, también desprendió la chaqueta y la camiseta que le cubrían, dejando de una vez a la vista su preciosa piel aperlada. Intentó admirar bien los tatuajes de esa zona, pero debido a la poca luz no pudo hacerlo bien. Igualmente, Eddie se acostó sobre ella una vez más. Jude sintió algo electrizante cuando sus pieles se encontraron, y no fue la única.

-¿Te has dado cuenta, Juds?- su voz sonó profunda, escondida en el valle entre sus dos pechos-. Esa sensación... solo sucede si es contigo. 

Con los ojos cerrados debido al placer, se dedicaba a escucharle atentamente. Había algo en la forma en la que Eddie decía su nombre, o en la forma en la que lograba calentarla con unas simples palabras. Tal vez era la dureza con la que lo hacía, o por el contrario, su manera delicada de agarrarla. Lo único que tenía claro era que quería dejarse llevar en sus brazos, y solo en los suyos. No le interesaba nadie más ahora que estaba con él, y es que, una vez que Eddie entraba en tu mente, lo hacía de forma permanente. 

 Notó como Eddie llevaba una mano al broche en su espalda, y por un segundo se tensó.

-¿Puedo?- Eddie estaba al corriente de todas sus sensaciones como si de él fueran, así que lo había notado a a perfección.

ANGEL | Eddie MunsonWhere stories live. Discover now