CAPÍTULO 41

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Jude se despertó esa mañana con un dolor de estómago casi insoportable. La noche anterior había comido demasiada pizza, y ahora era consciente de las consecuencias. Todavía en el sofá, la rubia notó una respiración sobre su espalda. Su amiga parecía dormir cómodamente sobre ella.

-Robin- murmuró adormilada-, despierta.

Un gruñido fue todo lo que recibió, pero poco a poco los ojos oscuros de su amiga se fueron abriendo. 

-¿Que te pasa?- por fin se echó a un lado, tallándose los ojos y dándole su espacio-. Hoy no hay clases, déjame dormir. 

 -Huelo a queso y creo que mis tetas siguen pegajosas del refresco que me tiraste encima- se quejó, incorporándose y sentándose a un lado del sofá-. Que asco.

-Date una ducha- le respondió, como si fuera super obvio. Enterró la cara en el cojín, impidiendo que la luz chocara con su rostro-. Puedes cogerme ropa si quieres, pero déjame.

Contenta por la libertad que le había dado, se puso de pie. Subió las escaleras hacia el baño, y después de hacer sus necesidades, comenzó a asearse. Robin le dijo que su casa solía estar vacía, y lo comprobó. Desde que había llegado la noche anterior habían estado solas. Igualmente, no le dio importancia. Talló su cuerpo en jabón, y al salir se envolvió en una toalla que había encontrado en uno de los armarios. Olía a detergente, así que supo que era una limpia. 

Cuando volvió a estar en el pasillo, escuchó ruido en la planta inferior. 

Buscó en el pequeño armario de Robin por algo que pudiera usar. De decantó por unos tejanos algo desgastados, una camiseta de tirantes anchos blanca y una cazadora bastante grande oscura, adornada con dos rayas blancas que envolvían la parte del pecho. 

Era obvio que se iba a encontrar a Steve lavando tazas en la cocina. 

Por supuesto, que hubieran pasado una noche separados era demasiado para ellos. No le sorprendió, y pasó por su lado como si nada, agarrando la cafetera ya llena del líquido humeante. 

-Que amable- ironizó Jude-, gracias por prepararme el desayuno.

-Buenos días, Jude- canturreó, metido en su trabajo.

Tomo la vajilla que acababa de limpiar y secar, y ahí mismo se echó el café. Steve suspiró, pero no dijo nada. En cambio, también se sirvió un poco y se sentó frente a ella en la pequeña mesa, a espera de que Robin se despertara. No era incómodo, no tanto como siempre. El chico leía algo en el periódico que había recogido de la entrada, y Jude tamborileaba los dedos concentrada en sus pensamientos. 

Steve le rellenó la taza cuando acabó, sin mirarla. 

Procedió a hacer algún tipo de crucigrama, sacando un bolígrafo del bolsillo trasero de su pantalón y apoyando el papel sobre la mesa. Jude se quiso reír, pero tubo la decencia de aguantarse. Parecía realmente concentrado, totalmente ajeno a ella y al mundo alrededor. Fruncía el ceño cuando se concentraba, y sonreía de lado cuando daba con alguna solución. Jude pensó que en ese momento era más madre que nunca. 

Sin despegar el boli de lo que escribía, le sirvió también café a Robin cuando se desplomó junto a ellos. 

Definitivamente, Steve sería una perfecta ama de casa, y nadie podría negarlo.

-Echas peste- arrugó la nariz, levantando los ojos del periódico y mirando a Robin-. ¿Qué hicisteis anoche?

-¡Oh! Muchas cosas, en realidad. Vimos películas, hicimos competición de quién comía más rápido, mezclamos Coca-Cola con refresco de limón...- sabiendo que se venía uno de los vómitos verbales de Robin, Jude compartió una mirada con Steve-. Fue genial, hacía mucho que no tenía una noche así. Quiero decir, en plan chicas, no te ofendas Steve. Siempre me lo paso genial contigo también, eres un tío muy divertido y todo eso. Por cierto, este café sabe muy bien, muchas gracias. Y encima dormí genial. Ya sabéis que a veces me cuesta y tal, pero ayer de verdad creo que descansé como nunca. ¿A qué hora entrábamos a trabajar hoy, por cierto?

ANGEL | Eddie MunsonWhere stories live. Discover now