CAPÍTULO 23

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Todo en lo que Jude podía pensar era en el calor que hacía, como si lo tuviera pegado en la espalda. 

Se removía donde quiera que estaba, pero no pasaba mucho hasta que volvía a sentirlo sobre ella. Igualmente, estaba demasiado cansada como para quejarse. 

Despertó por un ruido que conocía demasiado bien. Era su alarma, pero se escuchaba demasiado lejos. Jude entendió que el chico se quejara de ello, ¿era así como despertaba todas las mañanas Eddie? Gruñó, se negaba rotundamente a abrir los ojos. Estaba demasiado cómoda como para hacerlo, a pesar del cosquilleo que sentía sobre sus mejillas. Frunció el ceño un microsegundo, ¿dónde estaba? En realidad no importaba, pues se sentía como volando en una nube. Una nube que respiraba. ¿Qué era lo que tenía entre sus brazos? Definitivamente no era uno de sus peluches lo que abrazaba, y menos su almohada. Entreabrió un ojo, pero lo tuvo que cerrar al instante por la luz. Tras unos segundos, volvió a intentarlo. Todo lo que pudo reconocer fue el pelo rizado de su vecino. Después de un rato, su espada, donde tenía escondido su rostro. Jude estaba abrazando a Eddie como si de su vida entera dependiera. Aunque eso a él no parecía molestarle. 

La alarma cesó mágicamente, y poco a poco todo volvió a ser negro. Sabía que debía levantarse si quería ir a la escuela, pero Eddie olía demasiado bien y por nada del mundo quería dejarle ir. 

Se acurrucó una vez más, dejando un pequeño beso en los omoplatos del muchacho, quién no se había inmutado para nada en todo ese tiempo. 

Él se despertó horas después. Lo primero que quiso hacer fue estirar el cuerpo, pero había algo que se lo impedía. Adormilado, pudo identificar unos brazos delgados que envolvían su cintura, y justo después una cálida respiración chocando contra su nuca. Sonrío por la posición en la que Jude y él se encontraban. 

Muy despacio, comenzó a girar sobre sí mismo, tomando las manos de ella para facilitarle el trabajo. Jude en ese momento le pareció un ángel. No supo cuánto tiempo estuvo mirándola, admirando cada una de sus facciones, pero de repente el sonido del grifo del baño le hizo entrar en razón.

Salió de la cama con cuidado de no despertarla, y antes de salir de la habitación decidió cerrar las cortinas para que la luz no la molestase. 

Ya en la cocina intentó recordar que era lo que Jude había desayunado en casa de Gareth. Y si no estaba equivocado, había sido una taza de café americano y tostadas con huevos revueltos. Rezó para que eso estuviera bien y se puso manos a la obra.

No solía cocinar casi nunca, por no decir que había usado su cocina únicamente tres veces a lo largo de su vida entera. Así que le costó bastante prender la estufa y ubicar dónde se encontraba la sartén. Cascó un par de huevos, estresándole cuando varias trozos de cáscara cayeron dentro. Con ayuda de una cuchara logró sacarlas, así que sonrió victorioso por su gran hazaña.

De mientras comenzaban a cocinarse, giró sobre sí mismo para buscar el pan tostado en la alacena. Todo lo que pudo encontrar fueron latas de cocida precocinada, así que entró en un pequeño estado de pánico. 

-¿Qué es todo esto?- su tío parecía haber visto un jodido fantasma, y no era para menos, Eddie estaba cocinando por primera vez desde que había empezado a vivir con él. 

-Oh- miró sobre su hombro un segundo mientras seguía buscando-, tan solo preparo el desayuno. 

Segundos de silencio, en dónde el señor Munson tuvo que tomar varias respiraciones para salir de su asombro.

-¿Vuelve a estar Jude aquí?

Eddie se giró completamente para mirarle. 

-¿Cómo lo sabes?- entrecerró los ojos con algo de sospecha.

ANGEL | Eddie MunsonWhere stories live. Discover now