CAPÍTULO 25

2.7K 326 30
                                    


Sentados sobre la cama de ella, Jude trataba de conseguir algo de información que pudiera ayudar a los chicos del club y a ella.

De alguna forma, Jude pintaba las uñas del chico de un barniz negro, teniendo cuidado y haciéndolo con mucha suavidad. Hablaban tranquilamente, aunque todo lo que podía ver Eddie eran los mechones sueltos del moño que Jude se había realizado para facilitar su trabajo. 

-Si pudiera ir a algún lado, regresaría a Ohio- admitió, preparando el terreno para lo que se venía-. Pero no de forma permanente, tan solo pasaría ahí unos días. Me gustaría visitar todos los sitios que concurría de pequeña, ¿sabes? Tan solo para ver cómo han cambiado las cosas.

-Nunca hemos hablado de eso- se dio cuenta él-. ¿Cómo es que llegasteis a este sitio Noah y tú?

-Tuvimos algunos problemas allí- murmuró-, así que nos fuimos donde más lejos pudimos.

-Hawkins es una mierda- reflexionó-, pero sinceramente me alegro que hayas llegado hasta aquí.

Jude se tomó su tiempo para volver a hablar, soplando sobre el esmalte casi seco. El movimiento de sus labios volvió loco a Eddie.

-¿Y tú no tienes alguna cosa que te gustaría hacer?- dijo casual-, no se, me refiero a algo que te gustaría llevar a cabo pero aún no lo has hecho.

Eres muy casual, Jude.

-Supongo que hay varias cosas que haría, sí- Jude estaba tan centrada en su labor que no se percato de como se mordía los labios-. Pero no puedo.

-¿Porqué no?- quiso indagar.

Eddie evadió totalmente esa pregunta. En cambio, le quitó el bote de pintauñas a la chica y tomó sus manos. Estaban sentados al estilo indio, así que las reposó sobre sus piernas para comenzar a pintar.

-Es mi turno- dijo, extasiando totalmente a la chica.

En silencio, trató de hacerlo lo mejor que pudo. Pasaba el pincel sobre la superficie de sus uñas lentamente, y se detenía si tenía que corregir algo. Nunca lo había hecho antes, pero había tratado de quedarse con la técnica que Jude había usado en él, facilitándolo todo. 

Cuando los mechones de su propio pelo comenzaron a estorbarle fuertemente, apartó el bote con cuidado y se incorporó hasta estar frente a frente con ella. Sin decir nada, le desató el cabello rubio, dejándolo caer suavemente sobre sus hombros. Se quedó con la goma, haciéndose a él mismo un moño bajo que despejó por fin su vista. 

Como si no acabara de hacerle sufrir a Jude tres paros cardíacos, siguió como si nada con su trabajo. 

-Me gustaría ir a la feria- dijo tranquilo-. Tal vez sueno loco, pero jamás he ido a una. Bueno, he estado, pero solo para vender cosas, nunca he disfrutado de una realmente.

-Eso es delito, Munson- Jude rio sorprendida.

Acabó con el esmalte negro, pero no estaba satisfecho aún con el resultado.

-¿Tienes de algún otro color?- preguntó, aunque sin esperar a que respondiera hurgó el mismo en el pequeño bolso donde Jude guardaba todos los botes. Eligió uno rojo-. Espero no cagarla, joder.

Esta vez se acercó tanto a su mano que no pudo ver lo que estaba haciendo.

-¿Sabes?- Jude tenía la necesidad de contárselo todo-, Cardan me ha invitado a una especie de festín que han organizado sus padres para celebrar que le hayan cogido en Stanford.

-Joder, apenas empezó el curso hace un mes y medio y ya le han cogido- Eddie estaba sorprendido.

-Lo se- Jude elevó las cejas, tratando de ver algo de lo que estaba haciendo-, y encima no me ha quedado de otra que aceptar.

-¿En serio irás?- Eddie sonó incrédulo.

-Sí- suspiró rendida-, solo espero que sea rápido.

-No te ves muy emocionada, Juds- soltó una risita sarcástica.

Lo movió juguetonamente, recibiendo una queja suya por el repentino movimiento. Igualmente, siguió en lo que hacía. Estuvieron sumergidos en un agradable silencio hasta que acabó. 

Levantó por fin la mirada, dejándole ver como cerraba el pintauñas con la punta de su lengua asomada, como si estuviera muy concentrado.

Eddie levantó sus manos para que pudiera ver lo que le había hecho. No era para nada algo perfecto, pero el echo de que hubiera escrito Eddie con tinta roja sobre la base en negro la dejó muda. Había decidido escribir su jodido nombre sobre las uñas de su mano derecha. Pero eso no acababa ahí, por que en la restante había escrito Jude. Y en el dedo que sobraba, un imperfecto corazón rojo. 

No sabía como sentirse en ese momento, solo sabía que no podía dejar que acabara. 

Miró su rostro, que a pesar de denotar nerviosismo claro, tenía una sonrisa gigante. Esperaba a que le diera su opinión, pero Jude no podía hablar. 

De pequeña solía soñar con hombres que la trataran como una princesa. Todo lo que ella había deseado siempre era a alguien que la cuidara y la hiciera sonreír, tal como hacía el en ese preciso momento. Abriendo un poco los ojos, se dio cuenta de todos y cada unos de los detalles que habían conducido a Jude a estar junto a él, a sentirse así de cómoda. Sabía que ningún otro hombre iba a hacerla sentir de esa manera, jamás nadie le iba a estrujar el corazón como Eddie Munson lo hacía. 

-¿Que te parecen?- sonrió nervioso, jugando con los anillos de sus dedos.

-Eddie - ni siquiera pensaba en lo que decía-, ¿sabes que te quiero, verdad?

Pareció tomarle por sorpresa, pues ahora era él quien se sumergía en su mente mientras ella esperaba una respuesta.

Eddie no sabía si estaba soñando, pues todo le parecía demasiado irreal. No sabía en que momento había pasado de espiar a su vecina a lo lejos, escondido mientras ideaba miles de cosas para llamar su atención, a eso. Esa intimidad que no tenía nada que ver con el sexo, lo que había deseado para él desde siempre. 

Tenía muy clara la respuesta, y entonces dejó que saliera por sus labios.

-Yo también lo hago, Juds. 

Se regalaron una sonrisa aliviada, ahora que lo habían admitido se habían quitado varios kilos de encima. 

Y así como si nada, todo siguió fluyendo entre ellos. 

Eddie le habló sobre el libro que leía cuando Noah lo descubrió, siendo que lo había tomado de su estantería por curiosidad. Resultó que era de los favoritos de Jude, así que estuvieron comentando lo poco que le había dado tiempo a leer al chico.

Tumbados en la cama, juntos pero sin llegar a tocarse, las horas fueron pasando. 

Cuando fue demasiado tarde, Eddie se despidió con un beso en la mejilla de Jude, quién estaba a punto de dormirse.

Llegó a su habitación momentos después, soñando despierto con miles de imágenes donde un único rostro aparecía. 

No quiso despertar jamás. 


ANGEL | Eddie MunsonUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum