CAPÍTULO 17

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Su hermana se había puesto realmente pesada a partir de ese momento. Cada vez que podía, decía el nombre de Eddie solo para ver su reacción. Estaba convencida de que a ella le gustaba, por mucho que se lo negara justificando que tenía novio. 

Y respecto a él, había empezado a comportarse de manera extraña. Era como estar con dos personas. O estaba totalmente callado y serio, con una mirada culpable, o estaba pendiente de ella a cada segundo. 

Y no era para menos, pues Eddie no se había sentido tan miserable como lo había hecho a partir de ese momento. No podía evitar culparse a sí mismo por no haber hecho nada, por haber reaccionado tarde.

Le avergonzaba tanto mirarle a la cara, que a veces tenía que optar por dejar de hacerlo. No podía parar de pensar en que ocurriría si Jude supiera que lo había escuchado todo, que había presenciado el momento en el que su novio la amenazaba con su muerte y no había movido ni un mísero dedo.

Pero aún así sabía que no podía dejarla ir. Se había acomodado muy rápido a ella, y ahora sería muy difícil desprenderse de su cercanía. Por eso era un egoísta. Así que había encontrado la forma de compensarlo, en silencio. 

Tan solo una noche atrás había tenido una conversación de esto con su tío. No tenía ni idea de a quien recurrir para contarle la sensación rara que tenía respecto a ella. Le había explicado con detalle lo loco que le ponía cuando ella sonreía por alguna broma suya, o cuando le seguía en sus locuras, subiendo al tejado con él en plena madrugada. También lo mucho que le gustaba cuando, explicándole una y otra vez alguna materia que no entendía, llegaba a su límite al ver el poco interés que demostraba él, explotando totalmente. Y cuando la única manera que sabía para calmarla después de eso era poner su mano sobre su rodilla, o incluso apoyar su rostro detrás de su cuello. 

Haciendo esto se había dado cuenta de lo mucho que le gustaba ponerla nerviosa, descubriendo una especie de broma que le excitaba levemente, viendo sus orejas calientes o sus hombros tensos. 

Eddie tenía claro que si Cardan no estuviera en la vida de Jude, él ya abría avanzado mucho con la rubia. 

Su tío le había dicho muy brevemente que el problema estaba en que a el le gustaba Jude. Y no lo negó, pues tenía claro eso desde hacía mucho tiempo. Meses antes de comenzar a hablar con ella, para ser concretos. 

En ese momento se encontraban en silencio, en la furgoneta del chico camino a casa de Gareth. Por fin era viernes, y tenían algo pendiente. 

Eddie conducía con una de sus manos apoyada en el volante, y la otra sobre el cambio de marchas. De vez en cuando, dejaba que su mano rozara la rodilla descubierta de Jude, disfrutando de como se pegaba cada vez más en el respaldo del asiento. 

-Gareth vive un poco en el culo del mundo- decidió hablar-, pero sus padres no están en casa hoy, por eso nos pareció buena idea. 

Jude lo miró algo sorprendida cuando habló. 

-Está bien. 

-A lo mejor se sorprenden cuando te vean- aprovechó ese instante para mirarla-, pero solo ignóralos. 

-¿No saben que voy?- dijo con pánico.

-No exactamente- hizo una muera complicada-. Les dije que llevaría a alguien nuevo, pero no a quién. Igualmente, tu jugarás a mi lado. 

-¿A tu lado?

Jude se sentía tonta por estar preguntando a cada momento. 

-Bueno, nunca has jugado antes, por lo que no tienes un nivel ni experiencia- lo explicó acompañado de sus manos-. Así que he pensado que serás maestra del juego junto a mí, ambos guiaremos la partida. 

ANGEL | Eddie MunsonWhere stories live. Discover now