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El resto de la noche Any y Poncho no soltaron más, todo para evitar mayores inconvenientes.

Era casi de mañana cuando llegaron al apartamento y exhaustos se ducharon y se acostaron.

Any se acurrucó de espaldas contra el pecho de Poncho, quien le pasó un brazo por la barriga y se durmieron.

Any amaneció sola en la cama ese domingo, en la almohada de Poncho solo una nota

"Tuve que salir a resolver unos asuntos pendientes mi amor, no vuelvo hasta la hora del almuerzo.

Besos, te amo Poncho"

Any resoplado: ¡no ama nada!  Ni siquiera me dio un beso de buenos días.  - Dijo molesta tirando las cobijas y yendo al baño.

Hizo su cama, se cambió de ropa y fue a tomar su café, junto a los bollos otra nota

"Sé que estás enojado porque no estabas allí cuando te despertaste, pero es por una buena causa.

Te amo"

Any: ¡buena causa!  Eso espero.  - hablándole a la nota como si Poncho pudiera escucharla.

Después del desayuno, Any se puso unos leggins, una camiseta sin mangas y unos tenis y salió a correr por el parque cercano a su apartamento, una hora después volvió para darse tiempo de ducharse y preparar el almuerzo.

Estaba tan distraída que solo se dio cuenta de que Poncho estaba en casa porque se duchó con ella.

Poncho: ¿dónde estaba mi pequeño?  - preguntó besando su cuello.

Any: Salí a correr, ya que mi amorcito decidió desaparecer sin siquiera darme un beso de buenos días.  - atándose el cuello.

Poncho: Tenía una cosita que hacer, creo que te gustará.

Any sonrió: ¿sorpresa?

Poncho: sorpresa.  - sonrió besándola - Ahora, qué te parece compensar la falta de un beso de buenos días cobrando intereses.

Any: Definitivamente haré eso.

Ella lo besó, agarrando los pelos de la nuca.  Poncho apretó su cintura, acercándose cada vez más a su cuerpo, agarró sus senos, jugando con los pezones, separó sus bocas para succionarlos, Any gimió, atrapando su cabeza en sus senos.

Poncho la levantó y Any le rodeó la cintura con las piernas.

Él la penetró y por unos segundos permaneció así, las frentes juntas, el agua cayendo sobre sus cuerpos.  Empezó a moverse y Any lo ayudó, apoyándose en sus hombros, moviéndose y balanceándose al ritmo, no tardaron en llegar al clímax, jadeando.

Poncho la deslizó lentamente a sus brazos y terminaron el baño entre caricias y besos.

Any: ¿realmente tienes hambre bebé?  Porque todavía tengo que preparar el almuerzo.  - cerrando la bata.

Poncho: Tengo hambre, pero vamos a almorzar.

Any: ¿en serio?  - asintió - Entonces me arreglaré porque yo también me muero de hambre.

Cuando llegaron al restaurante, fueron guiados por la recepcionista a una mesa en la parte de atrás, el mantel blanco con pétalos de rosas rojas esparcidos, totalmente diferente a los demás.

Una vez que estuvieron solos, Any no pudo contener su curiosidad.

Any: ¿es una mesa especial o planeaste este bebé?  - apenas conteniendo la sonrisa.

En respuesta, solo obtuvo un encogimiento de hombros y una sonrisa misteriosa.

El mesero apareció para tomar órdenes y luego se fue.

Poncho: No puedo esperar por el postre.

¿Nada porque?  ¿Es tan bueno?

Poncho: Uno en particular es sí.

Any: es muy misterioso el amor de hoy.

Poncho sonrió: sólo un poco.  - tomó su mano sobre la mesa y la besó - Nuestras órdenes.

El mesero dejó los platos y se fue, en el almuerzo hablaron de la noche anterior, del trabajo, de todo menos de lo que había estado haciendo Poncho toda la mañana.

Cuando terminaron de comer apareció el mesero retirando la mesa y luego regresó.

Mesero: postre señor?

Poncho: Dile a Gutiérrez que es el especial de hoy.

Mesero: Por supuesto señor, discúlpeme.  - Con un leve asentimiento, se retiró.

Any: Gutiérrez?

Poncho: es el chef, lo conocí en una fiesta en Suiza y nos hicimos amigos.

Any: ¿y este postre especial?

Poncho: Es muy especial, me dijo que es la primera vez que lo hace.

Any: ¿vamos a ser los conejillos de indias entonces?  preguntó sorprendida.

Poncho: No, tú serás el conejillo de indias.  – Terminó de hablar en el momento exacto en que el mesero dejaba el postre frente a Any.  Miró el dulce con algo de temor, era algo con fresas, crema y sirope de chocolate sobre una cucharita roja.

Poncho: Cómete mi amor.  - sonriendo

Any: ¿y si no es bueno?

Poncho: ¿Crees que te dejaría comer si no estuvieras?

Any: y como se llama eso?

Poncho: postre de los dioses.  - Lo miró impaciente - Ven pronto Any.

Any: está bien, me voy.  - después de probar un poco, no pudo parar, cuando estaba al final, notó algo brillante en el pequeño caparazón - ¿Qué es esto?

Poncho se levantó, arrodillándose a su lado: esta, mi amor, es mi petición oficial de cita.

Any: ¡¿QUÉ?!  - casi gritando, llamando la atención de las personas cercanas a la mesa.

Poncho se rió: Oficialmente le pido a Anahi Portilla que salga conmigo, ¿aceptas?

Le tomó un tiempo asimilarlo, pero tan pronto como colocó el anillo sobre el caparazón, sus ojos se llenaron de lágrimas.

El anillo era de oro blanco, con cuentas de diamantes esparcidas a lo largo de toda su longitud.  Adentro estaba grabado "por tudo la eternidad", ella sonrió entregándole el anillo a Poncho.

Any: sí, por supuesto que la respuesta es sí.

Poncho sonrió colocándose el anillo en el dedo y luego sacó otro del bolsillo del pantalón.  Any lo miró sorprendido.

Poncho: ¿Qué, pensaste que eras el único que iba a usar un anillo de bodas?  Se lo entregó, quien repitió el gesto.

Any: ¿qué está grabado en el tuyo?

Poncho: este es el comienzo de su disco "Unidos Contigo".

Any: toda la eternidad.  - completó antes de besarlo.

Aprendiendo amarWhere stories live. Discover now