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Any estaba concentrada en su trabajo cuando Lilian entró en la habitación con un enorme ramo de rosas rojas.

Lilian: el repartidor acaba de dejar a la señorita Portilla en recepción.

Any sonrió: son hermosos!  - tomó el ramo - Lilian, ¿cuánto hace que eres mi asistente?

Lilian: Dos años señorita.  - Encontrando la pregunta extraña.

Any: Creo que es hora de romper con toda esta formalidad.

Lilian: pero tú siempre lo preferiste así.

Any: ¡ah!  Esa era la aburrida Anahi.  - sonrió - a partir de hoy quiero que me llames Anahi, ¿no?

Lillian sonrió: Por supuesto.  - se dirigió a la puerta - cualquier cosa estoy en mi mesa Anahi.

Any: correcto y gracias.  Lilian asintió y cerró la puerta.

Any dirigió su atención a la nave en busca de la tarjeta.  Poncho era tan cariñoso y considerado que se preguntaba dónde había tenido tanta suerte de merecerlo.

Finalmente encontró la tarjeta y comenzó a leer.

"Eres mi manjar y solo mío. Any que se interponga en mi camino sufrirá las consecuencias. No lo olvides".

Si Any no hubiera estado sentada, seguro que se habría caído al suelo.  ¿Cómo tuvo la audacia de decir eso?  Estaba pálida y sus manos temblaban apenas sosteniendo la tarjeta.  Eso era claramente una amenaza.  Amenaza a Poncho.

En ese preciso momento se abrió la puerta.

Poncho: quien fue el loco que se animo a mandarle flores a MI novia?  – cerró la puerta y la miró, Any seguía pálida - ¿Princesa?  ¿Qué sucedió?

Poncho corrió hacia la mesa y sacó a Any de la silla, llevándola al sofá y sentándose con ella.  Apoyó la cabeza de Any en su pecho y le acarició el pelo en silencio durante un rato.

Poncho: Dime mi amor, ¿qué pasó?

Any: ¡Eso pasó!  - gritó señalando el bote - ¡Maldita sea!

Poncho: any, si no me explicas no sabré que significa eso.

Any: ese testudo monstruo que mandaste.

Poncho se rió: ¿así llamas a Velasco?

Any: ¡no digas el nombre de eso!  - dijo con odio en su voz.

Poncho levantó las manos en señal de rendición: ok, te mandó el monstruo testudo, pero estabas demasiado pálido para ser solo eso.

Any: te amenazó.

Poncho levantó una ceja: ¿cómo es?

Any le entregó la tarjeta que estaba toda arrugada en sus manos, Poncho la leyó y se echó a reír.

Any: ¿todavía te ríes?  - preguntó incrédulo - ¡Te está amenazando!

Poncho todavía se reía cuando respondió: si quiere que le peguen más, me propongo ser el verdugo.

Any lo miró preocupada, Velasco no se expondría en una nueva pelea y ella lo sabía.  Poncho, al ver los ojos azules sumidos en el miedo y la preocupación, la tomó entre sus brazos, olvidándose de dónde estaban.

Poncho: no seas así, mi amor, no nos pasará nada a ti ni a mí, está bien.  Es tonto, y la gente tonta siempre comete errores.

Después de calmarla, Poncho se fue a su habitación, pero antes se detuvo a hablar con Lilian.

Lilian: En que te puedo ayudar Alfonso.

Poncho: Lilian, a partir de hoy cualquier pedido o entrega a Anahi me la llevas.

Aprendiendo amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora