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Pasaron unos días, ahora todo estaba tranquilo y normal.  El juicio de Velasco ya se había llevado a cabo, como se comprobó el trastorno psicológico, el juez lo condenó a un año de prisión a cumplir en un pabellón psiquiátrico de una prisión.  Luego de eso, Ana Gabriel dejó en claro que continuaría el testamento en el sitio bajo vigilancia las 24 horas, lo que tranquilizó mucho a Any y Poncho.

Poncho había salido a almorzar un sábado con Chris y Ucker, mientras las chicas estaban en el salón de belleza preparándose para salir las seis.

Poncho: Quiero hacer algo especial para ella.

Chris: Any realmente lo merece, después de todo lo que ha pasado.

Ucker: ¿Y si hacemos eso los tres?

Chris: Eso sería genial.  ¿Qué piensa usted?  Miró a Poncho.

Había sido idea suya, nada más justo que él decidiera si quería compartir o no.

Poncho: Será interesante.  - Se detuvo un momento, pensativo - Podemos hacerlo, solo falta decidir qué.

Chris: Hagámoslo de esta manera, cada uno piensa en algo y luego vemos una manera de combinar las ideas en una sola.

Ucker sonrió: eso será genial.

Poncho: tiene que ser inolvidable.

Chris: y será hermano, será.

Por la noche, las chicas estaban listas luciendo vestidos largos para la gala benéfica organizada por la revista para la que trabajan.

Chicos vestidos con sus esmóquines negros y cabellos hermosamente peinados esperaban en la sala de estar, pero nada los había preparado para algo tan hermoso como sus novias.

Mai llevaba uno azul largo, con una raja que le llegaba hasta el muslo derecho.  Dul vestía un largo rojo, un tono más oscuro que su cabello, un escote en V que dejaba su seno al descubierto y los finos tirantes cruzaban su espalda.  Any vestía una camiseta sin mangas larga de seda color marfil, el escote en la espalda terminaba justo por encima de la cintura, el cabello recogido en un elegante moño con algunos mechones sueltos.

Poncho: mi diosa.  - la voz baja y ronca, las pupilas dilatadas.

Ucker: Pelirroja, me matas así.  - sonrió con malicia mirando el escote.

Chris: No sé de dónde viene tanta perfección.  - sonrió caminando hacia Mai.

Ucker y Poncho finalmente lograron despegar yendo con sus novias.

Cuando Poncho agarró la espalda de Any y deslizó la mano para comprobar por dónde iba el escote, levantó una ceja y la miró.

Any sonrió: ¿qué?

Poncho: ¿Estás tratando de hacerte pasar por inocente?  - La atrajo hacia él, uniendo sus cuerpos y le susurró al oído - Voy a pasar toda la noche pegado a ti, no me imagino a nadie tratando de ponerle un dedo encima a mi esposa.

Any sonrió sintiendo que su cuerpo respondía con deseo al ligero toque de los dedos de Poncho deslizándose por su espalda.

Cualquiera: Vámonos, antes de que abandone esta fiesta.  - Le dio un beso y lo arrastró hasta la puerta siendo seguida por los demás.

La fiesta fue hermosa, por todas partes había esculturas y pinturas expuestas para subasta.

Se acercaron a la mesa donde están sus nombres y se sentaron, fueron atendidos por el mesero y conversaron un rato, antes de comenzar a circular.

Los ojos se posaron en Any, la famosa musa de hielo, que solía llevar vestidos oscuros y recatados, ya no estaba.  Ahora había una mujer que irradiaba sensualidad y alegría, guiada por una mano posesiva que cubría el pequeño escote de su espalda.

Aprendiendo amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora